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Persisten temperaturas superiores a los 30 grados centígrados en gran parte del estado

La Coordinación Estatal de Protección Civil (CEPC) dio a conocer que durante este fin de semana persistirá la presencia de temperaturas superiores a los 30 grados centígrados (C°) en gran parte del estado.

Para este sábado 20 de abril, se esperan vientos de 10 a 20 kilómetros por hora (km/h), con rachas que pueden superar los 45 y 55 km/h. Estas condiciones pueden ocasionar tolvaneras en Satevó, Valle de Zaragoza y Parral.

Además se esperan lluvias aisladas en Ojinaga, Camargo y Manuel Benavides, mismas que pueden llegar acompañadas de actividad eléctrica y posible caída de granizo.

Para el domingo 21 de abril, el ingreso del frente frío número 47 favorecerá un ambiente fresco por la mañana y de cálido a poco caluroso por la tarde, con temperaturas de muy frías a frías en la zona serrana.

Habrá vientos de hasta 55 km/h en Ahumada, Saucillo, La Cruz, Camargo, Jiménez y López, y precipitaciones de aisladas a dispersas en Chihuahua, Gran Morelos, Santa Isabel, Belisario Domínguez, Satevó, Valle de Zaragoza, Aquiles Serdán, Aldama, Julimes, Rosales, Delicias, Saucillo y San Francisco de Conchos.

En La Cruz, Camargo, Matamoros, Allende, López, Coronado, Jiménez, Coyame y Ojinaga y Manuel Benavides, podría registrarse actividad eléctrica y posible caída de granizo.

– Para esta tarde de sábado las temperaturas máximas son (°C): Chihuahua 33, Juárez 28, Janos 28, Madera 22, Temósachic 24, Cuauhtémoc 26, Ojinaga 32, Delicias 33, Camargo 32, Jiménez 31, Parral 31, Creel 22, Chínipas 36, Guachochi 22, El Vergel 21.

– Las temperaturas esperadas para el domingo son (máx/min °C): Chihuahua 26/13, Juárez 25/11, Janos 28/9, Madera 24/3, Temósachic 22/1, Cuauhtémoc 25/7, Ojinaga 24/15, Delicias 28/14, Camargo 28/14, Jiménez 27/13, Parral 25/12, Creel 22/0, Chínipas 36/16, Guachochi 23/1, El Vergel 22/0.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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