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Pide Obama honrar a caídos del 11 de septiembre

El presidente Barack Obama pidió a los estadunidenses que observen el aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001  (11/S) recordando lo mucho que ha avanzado el país desde ese aciago día.

En su alocución radial semanal y por internet, Obama pidió a los estadunidenses que recuerden a los que perdieron sus vidas, incluidos familiares y amigos, y que honren a los servicios de emergencia cuyos miembros arriesgaron la vida para ayudar a las víctimas de los terroristas que secuestraron aviones y los estrellaron contra el Centro Mundial de Comercio y el Pentágono.

Obama sostuvo que “Estados Unidos se ha fortalecido y Al-Qaeda va camino de la derrota”.

El Presidente destacó además que el aniversario del 11 de Septiembre será observado el martes con acontecimientos públicos en todo el país.

En el discurso republicano, el senador John Barrasso criticó el mandato de Obama e insistió que el país no está mejor que hace cuatro años, cuando George W. Bush ocupaba la Casa Blanca.

En tanto, Obama en su campaña de reelección pidió “cuatro años más” para continuar en un segundo mandato el trabajo que inició en 2008, mientras que su rival republicano, Mitt Romney aseguró que fortalecerá las Fuerzas Armadas y no ignorará la importancia de Dios si llega a la Presidencia.

Obama comenzó ayer un tour de dos días por el estado clave de Florida en la ciudad de St. Petersburg, donde aseguró que “nuestros problemas se pueden resolver y los desafíos alcanzarse… por eso os pido cuatro años más”.

El Presidente reiteró los mensajes del discurso con el que cerró la Convención Demócrata de Charlotte (Carolina del Norte) el pasado jueves, y aseguró que lleva tiempo resolver “problemas que se han acumulado durante décadas” y que el camino que ofrece no va a ser “ni rápido ni fácil”.

Obama hizo suyas las palabras de Bill Clinton en la convención del partido esta semana, y aseguró que Romney tiene un problema de “aritmética” y bromeó que el ex presidente debería ser elegido para “secretario de explicar las cosas”.

Por su parte,

Romney hizo campaña en un evento en un museo militar del estado de Virginia en el que subrayó la importancia de tener un ejército fuerte para mantener el liderazgo estadunidense en el mundo.

El republicano, que regresa a un estado donde la industria de Defensa tiene una gran importancia, criticó que en un principio la plataforma demócrata no incluyera una mención a la fe en Dios, algo que se enmendó posteriormente durante la convención del partido.

“No voy a ignorar la palabra Dios de nuestra plataforma, ni de nuestras monedas, ni de mi corazón”, aseveró Romney frente a veteranos de guerra.

Convenciones polarizan a sociedad estadunidense

El único elemento común en las convenciones políticas republicana y demócrata de las últimas dos semanas fue que para ambos lados las próximas elecciones son una alternativa entre “ellos” y “nosotros”.

O más específicamente, “nosotros contra ellos”, y “de qué lado están”, como plantearon John Harris y Jim VandeHei, dos experimentados reporteros políticos que sólo reflejaron la creciente división evidente en Estados Unidos.

Y no es una división ligera. Es, como dijera el politólogo Tom Edsall, la divergencia entre los que tienen contra los que no tienen, o como estimó el estratega electoral James Carville, entre economía y demografía.

En estilo y sustancia, las convenciones reflejaron esa división social, política e ideológica.

El contraste fue profundo, y no sólo en los estilos. Los delegados republicanos salieron contentos de una convención planeada para humanizar a su candidato, presentado frecuentemente por los demócratas como una persona sin sentimientos y sin empatía para con la gente común; los demócratas salieron entusiasmados por una oratoria que no desdeñó hacer planteamientos de lucha de clases, poner una línea directa entre las luchas de los derechos civiles de los 60 y erigirse en defensores de la clase media o el nacionalismo económico.

La retórica demócrata defendió el papel del gobierno en el país, la sociedad y la economía. La republicana es abiertamente partidaria de un rol disminuido y advierte contra lo que considera una peligrosa tendencia hacia un gobierno de tipo europeo, socializante.

Ahí donde la Convención Republicana fue un mar de rostros blancos, de clase media, y la oratoria fue nostálgica, la demócrata abrazó la diversidad étnica y social de las coaliciones que la componen y la oratoria, deliberadamente, fue planteada en la relativamente vaga promesa del futuro.

“Es una elección muy complicada”, aceptó la encuestadora Celinda Lake. Al final, sin embargo, ganará quien logre llevar sus bases a las casillas de votación.

O como algunos creen, ganará el partido que logre interesar, preocupar o asustar lo suficiente a más de sus bases para convencerlas de que asistan a votar.

De creer a los expertos, mucho de las convenciones fue dirigido a lo que algunos creen es el cada vez más reducido segmento de los indecisos entre el electorado estadunidense. Se trataría, cuando mucho, de diez por ciento, pero cada uno cuenta ante un panorama político tan complicado que hay ya escenarios de vencedor por 50.5 por ciento del voto…

El retador, Mitt Romney, ofreció a los estadunidenses su experiencia como hombre de negocios para restaurar el poder del país y el nivel de vida perdido los últimos años.

El presidente Barack Obama, una semana después, pidió a sus connacionales que lo reeligieran para terminar el trabajo iniciado.

Romney y los republicanos presentaron a Obama como un presidente facasado, que no pudo cumplir con sus promesas ni con las esperanzas despertadas durante su elección hace cuatro años.

Obama y los demócratas advirtieron contra el retroceso que implicaría el regreso de los republicanos para minorías, el derecho de la mujer y los homosexuales.

Los republicanos responsabilizan a Obama de los problemas del país, pero muchos recuerdan que son los problemas que heredó de los ocho años de gobierno del republicano George W. Bush. El principal argumento demócrata, a final de cuentas, fue formulado por el ex presidente Bill Clinton: “dejaron un desastre y como (Obama) no ha terminado de limpiarlo quieren que los pongamos de nuevo a ellos”.

La divergencia fue sobre economía y temas sociales, fue sobre visiones de política exterior y sobre cultura.

Para los republicanos, sostuvo el diario Charlotte Observer, los demócratas “desdeñan la empresa privada, resienten el éxito individual y sueñan con un estado de beneficencia a la europea”.

Los demócratas en cambio, creen que “los republicanos se parecen todos, quieren controlar la libertad sexual y reproductiva y no se preocupan por oportunidades para quienes no sean ya tan exitosos como ellos”.

Para unos el gobierno es el obstáculo. Para los otros, la palanca de soluciones.

El contraste mayor, sin embargo, estuvo en las plataformas políticas aprobadas por ambos lados. Normalmente, se trata de documentos hechos para halagar a la base y olvidarlas inmediatamente, pero esta vez el significado fue mucho mayor.

Ambos partidos adoptaron plataformas que David Lightman, de la cadena McClatchy, describió como “desusadamente rígidas”. De hecho, precisó, los votantes “no sólo seleccionarán a Mitt Romney o a Barack Obama, sino enviarán un mensaje acerca del rol del gobierno que puede reverberar y reconformar la forma en que la gente paga impuestos, obtiene ayuda cuando los tiempos son difíciles o cómo maneja su cuidado de salud”.

Para Harris y VandeHei la conclusión más llamativa es la radicalización de las posiciones entre los dos partidos: “los partisanos en ambos lados realmente ven al nominado del otro partido con desprecio, y ambos lados ven a la agenda del otro con genuina incomprensión”.

Para Alex Castellanos, un estratega republicano que esta vez es básicamente comentarista político, la Convención Republicana estaba “medio llena” de “derechistas rábidos” y la demócrata de “extremistas de izquierda”.

La plataforma republicana proclama que los estadunidenses deberán elegir entre el
alto desempleo crónico y la insostenible deuda producida por una sociedad de subsidios de un gobierno grande o una visión positiva, optimista, de una sociedad de oportunidad, donde cualquier estadunidense que trabaje duro, sueñe alto y siga las reglas puede lograr lo que él o ella quiera”.

La plataforma demócrata asienta de entrada que “ofrecemos la oportunidad de llevar adelante el país al crear una economía que dure a partir de la clase media… (los republicanos) aún creen que la mejor forma de hacer crecer la economía es de arriba abajo, la misma fórmula que benefició a unos pocos ricos pero la resquebrajó y aplastó a la clase media”.

La visión no parece muy distinta, pero es profundamente diferente. Los republicanos hablan de la defensa de la vida, los demócratas de la libertad de opción de las mujeres; aquellos afirman que es necesario restablecer el liderazgo estadunidense a través de su poderío económico y militar; éstos, según el presidente Barack Obama, de que el bienestar y las virtudes estadunidenses amplifican su influencia.

Los republicanos plantean una posición de dureza frente a los inmigrantes indocumentados, a los que consideran como quebrantadores de la ley. Los demócratas invitaron a una lideresa del grupo de “los soñadores”, jóvenes indocumentados que llegaron como niños y son estadunidenses en todo menos en documentos, a dirigirse a su convención.

A final de cuentas, dicen analistas y expertos, el argumento final gira alrededor de la economía y aunque los demócratas pueden parecer más atractivos por su aceptación de la diversidad cultural y racial del país, son muchos aquí —y no sólo blancos— los que tienen la economía como su única preocupación fundamental.

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Cofece multa a Walmart por prácticas monopólicas: la batalla legal apenas comienza

La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) asestó un golpe histórico al multar a Walmart de México con 93.4 millones de pesos tras concluir una investigación que se extendió por más de cuatro años. La razón: prácticas monopólicas relativas, particularmente en el trato con sus distribuidores.

Según el dictamen de la Cofece, Walmart aprovechó su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los proveedores, afectando la competencia en el sector. Aunque no se han revelado todos los detalles de las “contribuciones” impuestas a los distribuidores, el veredicto destaca cómo estas prácticas distorsionan el acceso al mercado y perjudican a competidores más pequeños.

En respuesta, Walmart no tardó en reaccionar. La empresa anunció que impugnará la decisión y enfatizó su compromiso con el cumplimiento de las leyes mexicanas. En su comunicación oficial, destacó que la sanción carece de fundamento y que está basada en interpretaciones erróneas. Este movimiento era predecible: para una empresa de este tamaño, 93 millones de pesos no solo representan una cifra considerable, sino también una amenaza a su reputación.

Por otro lado, la Cofece también se juega mucho. Este caso es una muestra clara de su intención de reforzar la vigilancia sobre los gigantes corporativos. Sin embargo, una batalla legal prolongada podría poner a prueba su capacidad de defender sus resoluciones en tribunales.

Más allá de la multa, el caso de Walmart pone el reflector sobre una problemática común en el comercio minorista: el desbalance de poder entre grandes cadenas y pequeños distribuidores. Si bien el desenlace de este litigio aún está por definirse, el mensaje es claro: los días de actuar sin consecuencias podrían estar contados. La industria y los consumidores estarán atentos a cada movimiento en esta batalla judicial.

 

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