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Salud y Bienestar

Piojos mutan y se hacen resistentes

Los pediatras han detectado que los piojos y liendres son más resistentes: “antes morían con el tratamiento clásico de productos elaborados con permetrina (sustancia insecticida usada mundialmente en el control de piojos y otros insectos), pero hoy hemos visto que sobreviven a dicho químico”, advierte el pediatra Carlos García Gutiérrez, egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien indica que en enero y agosto son las temporadas de mayor contagio en las escuelas, porque los niños regresan a clases tras el periodo vacacional.

Incluso, “los científicos han indicado que la población de piojos y liendres en el mundo ha mostrado más de 104 mutaciones genéticas que les permiten crear resistencia a los tratamientos convencionales (shampoo o cremas con permetrina) y remedios caseros poco efectivos”, indica el experto.

Crean resistencia

Ni vinagre, tampoco petróleo, aceite de oliva, insecticidas para cucarachas, diesel o preparados con jugo de limón y chile son adecuados para eliminar los piojos y liendres. “Al contrario, son sustancias que queman el cuero cabelludo e incluso pueden llegar a lesionar los ojos, y la piel del rostro”, alerta el experto García Gutiérrez.

Por ello, la ciencia médica ha desarrollado otras sustancias que permiten eliminar estos insectos y sus huevos sin lesionar la piel. Por ejemplo, los productos que tienen dimeticona no contienen insecticidas y no crean resistencia si se utilizan de forma preventiva o combativa.

“La resistencia de los piojos surgió porque no se usan correctamente los tratamientos, ya que las personas creen que con un shampoo se eliminan, pero no es así. El tratamiento deberá ser de un mes para tener la certeza de que se han eliminado los huevecillos”, explica el entrevistado.

Otra sustancia que también se utiliza para matar piojos y huevecillos es el Malathion, pero no es apto para menores de seis años de edad ni en adultos mayores (quienes también se contagian porque conviven con sus nietos).

Excelsior

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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