Sorpresa, ardor y comezón causó la Confederación de Colegios y Asociaciones de Abogados de México por el reconocimiento entregado al gobernador César Duarte, por la baja en los índices de violencia en la entidad, esto en medio de masacres y decapitaciones en Guadalupe y Calvo y con decenas de expedientes de abogados asesinados.
Este reconocimiento recordó a muchos el “Chayopremio” que recibió otro gobernador Duarte, Javier Duarte, de Veracruz, quien fue reconocido por una asociación “patito” de editores de medios por sus esfuerzos en garantizar la libertad de expresión, cuando ese estado costeño es uno de los lugares más peligrosos del mundo para ser periodista, y es el propio Gobierno el que hostiga y amenaza a comunicadores, incluso hay expedientes que indican que son los funcionarios quienes ordenan las agresiones.
En Chihuahua la situación no es tan grave como en Veracruz y estas líneas son una prueba de que existe aún el derecho a informar, pero en Veracruz hablar del “Chayopremio”, mencionar siquiera a organizaciones como el Cártel de Sinaloa, la Línea o los Zetas es algo imposible.
Aun así, Chihuahua es uno de los estados con más abogados asesinados del país, pues había casos en que litigios civiles, mercantiles o familiares acababan en amenazas y homicidios de los litigantes.
Cierto es que la mayoría de estas muertes no ocurrieron en el sexenio de Duarte, pero su gobierno heredó la responsabilidad de esclarecerlos y no lo ha hecho, pues son muchos casos y hay intereses y poderes muy fuertes detrás de esas muertes.
Con todos estos antecedentes, suena ilógico ofrecer un reconocimiento así y cantar victoria cuando la situación aún es muy crítica, y esto lo saben los abogados, quienes no escatimaron rechiflas y hasta mentadas contra su presidente Vicente Hernández Barrios.
“Plátanos y abogados, ninguno que sea derecho”, dice un viejo refrán, pero en Chihuahua los hay, aunque muy, muy contados, y algunos de ellos no están de acuerdo en esta clase de reconocimientos que nada aportan a la situación y sirven para olvidar que muchas familias de litigantes están a la espera de justicia. ¿Qué opinarán esas familias de este premio?
Pero esos son pleitos de abogados, dirá el gobernador, quien simplemente se deja querer y se mantiene al margen de las siempre rapaces grescas gremiales. Él anda contento, no tanto por la placa que le regalaron, sino porque la Secretaría de Gobernación respondió de inmediato a la declaratoria de emergencia solicitada, pues apenas la firmaron el martes y ya soltaron recursos para Aldama, Parral, Meoqui, Rosales, Saucillo, Jiménez, Julimes y Satevó.
Otra razón por la que el gobernador está contento es porque la autopista Chihuahua-Juárez, concesionada al Estado, no tiene ni un solo bache, según reconocieron y aplaudieron panistas tan criticones como Roberto ‘Pony’ Lara, quienes le mandaron el apapacho a Eduardo Esperón.
Eso quiere decir que los bonos carreteros vienen seguros y el estado no arriesgará esos 15 mil millones de pesos que contemplan para el cierre de año.
Lo que sí está en serio riesgo es la concesión del aeropuerto de Chihuahua para la Operadora Mexicana de Aeropuertos (OMA), que está recibiendo zapes y patadones por todos lados, a raíz de la inundación de las instalaciones y del mal servicio que ofrecen, por el cual, por cierto, sacan una buena tajada pues cada pasajero que aborda les deja varios pesos.
Pero si a mal servicio vamos, lo primero que deben revisar es la Terminal Central de Autobuses de Chihuahua, que además de cara está en un estado lastimoso y muy lejos de ser el espacio que los viajeros chihuahuenses necesitan.
Sin embargo, llama la atención la embestida coordinada de diputados, alcaldes, el gobernador y empresarios como Eugenio Baeza Fares, el nuevo dueño de Chihuahua, quien ya había dicho hasta que quería tener su pista privada (y puede hacerlo) por el mal servicio que ofrecen. No dude que en el futuro le den su salchichón Bafar al abordar.
Se supone que debe contar con baños gratuitos, y los tiene, pero ¡siempre! están cerrados y no queda más que pagar 5 pesos por ir a los de cuota, que no tienen papel, pero abunda usted ya sabe qué.
Además el estacionamiento es de pago, pésimo, y hasta para subir o bajar la “pluma” debe salir el encargado a hacerlo a mano o jalarle con una cuerda. Un agua, una revista o un panecito cuesta el doble y las instalaciones están semidestruídas y sucias, además de que existe prácticamente un monopolio del servicio. Ahí le paramos, ojalá a un empresario consentido se le antoje manejar la Central y metan manos en el asunto.
Al que le va a tocar algo, aseguran, es al ex candidato por Cuauhtémoc Jorge Ramírez, quien perdió y ahora se quedó sin el caldo y sin las albóndigas.
Es por eso que suena a que le darán un puesto o delegación, lo más cerquita posible de Cuauhtémoc, pues afirman que sus intereses siguen fuertes ahí y que insistirá en una segunda ronda.
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