El 25 de octubre, Moisés y su hijo Sergio de 4 años, (nombres ficticios), fueron detenidos en Torreón por policías de Fuerza Coahuila. A Moisés, a quien golpearon y torturaron frente a su hijo, lo quisieron incriminar por el robo de una camioneta y posesión de droga, mientras que al niño de cuatro años lo amenazaron que lo echarían con los perros para que se lo comieran.
Esta es la crónica de un abuso de autoridad de la corporación con más quejas ante la Comisión de Derechos Humanos de Coahuila.
Eran las tres de la tarde cuando Moisés conducía la camioneta de su suegra, por Diagonal Las Fuentes. “Ya me pararon, al rato te hablo”, fue lo último que dijo Moisés a un amigo cuando hablaba por celular. Pensó que esa había sido la razón de la detención.
Sergio, de cuatro años de edad, iba dormido en la parte trasera de la camioneta, una Endeavor 2008. Inmediatamente los policías de Fuerza Coahuila acusaron a Moisés de manejar un vehículo robado, lo subieron a la parte trasera y un policía comenzó a manejar.
–Nos vas a decir dónde conseguiste la camioneta –amenazó un policía que iba atrás.
–No sé de qué me hablan –decía Moisés.
El policía comenzó a golpear a Moisés con el puño en la espalda, en la cabeza, con la pistola. “Lo pusieron a ver los tapetes”, contó después el niño, quien comenzó a llorar y a pedir que no golpearan a su papá.
–Tú papá es muy malo, no te ama a ti, lo tenemos que castigar –le decían los policías.
Condujeron hasta las instalaciones de Fuerza Coahuila, llamada “La Fortaleza”. Los policías taparon con trapos la cara de Moisés y le manitaron con cinta mientras seguían golpeándolo y gritándole groserías. Todo frente al niño. “Ya ves que tu papá no te ama, ya se va”, asustaron al hijo cuando metieron a Moisés a un cuarto. “Ya se va, ya te abandonó. No te quiere”, le decían.
Después le pusieron a Moisés una bolsa de plástico en la cabeza hasta que se desmayó. “No supe cuánto estuve desmayado, pero desperté y ya no escuché al niño”, relata.
Cuando despertó, los policías lo obligaron a tomarse una foto frente a una mesa con droga. A espaldas un escudo de la corporación. “O te la tomas o desaparezco al niño”, lo amenazaron. “Papito, papito”, alcanzaba a escuchar Moisés el llanto de su hijo. Le tomaron la foto y después lo quisieron obligar a firmar unos papeles. “No voy a firmar nada”, les dijo. Y lo volvieron a golpear.
“Si sigues de chillón te vamos a echar a los perros para que te coman”, le dijo un policía al niño y lo llevaron a un cuarto donde había una tele.