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Opinión

«Porque todos tenemos ALAS… Pero pocos hemos aprendido a volar» por Cari Hernández

Uno de los valores que más me gustan es la gratitud, porque toda la vida he creído que con gente agradecida este mundo siempre tendrá esperanza, porque es la base de lo que nosotros llamamos comunidad. Uno de mis propósitos es ser más agradecido con las personas que pasan por mi vida y que consciente o inconscientemente tienen el don de marcarla, que con su pensar, su sentir y su actuar han hecho que yo sea un poco mejor persona, un poco más feliz o de alguna manera han dado una lección a mi vida.
Como cada vez digo (e intento que nunca se me olvide) que yo me considero un consentido de Dios; una de las muchas razones es el hecho de que se empeña en permitirme tener contacto con tanta gente, además me ha enseñado que cada persona por diferente que sea o incluso por muy negativa que la pueda ver, siempre tiene una lección para nosotros y lo mejor es cuando logras entender que si buscas bien, si pones atención y le das oportunidad, siempre y quiero recalcar el SIEMPRE, tendrán algo, ya sea un gusto, un pensamiento o interés en el que serán iguales a ti y el cual los conectara.

Sin embargo hay veces en que tienes la fortuna de encontrar un lugar donde existe mucha gente que vale la pena conocer y con los que no es tan difícil entender el porque, lugares donde se respiran y se emanan cosas positivas donde lo que hacen tiene un sentido y no cualquier sentido, se dedican a pensar en las personas, en ayudarlas y valorarlas; ese lugar me lo encontré por azares del destino o mas bien por decisiones de Dios, pero el creyó que yo necesitaba conocerlo y creo que no se equivocó. Ese lugar se llama ALAS.

Algunos dirán ¿y qué es eso?, ALAS es un Centro de Desarrollo Humano y aunque no puedo contarles exactamente qué es lo que hacen y cómo funciona, si puedo decirles que en estos tiempos y con la forma de vida que muchos llevamos, hace tanta falta lugares que se dediquen a ayudarnos a aprender a darle una manita de gato a nuestro interior o en algunos casos hay unos que más bien necesitamos todo un “overhaul” a nuestra mente, alma y espíritu. Esto no quiere decir que tengas que estar mal y necesites ayuda para ir a lugares así, por eso me gusta el término que utilizan ellos: no es un curso, no es una plática, es un entrenamiento para la vida; y es que en las escuelas a las que asistimos toda la vida no podemos pensar en aprender del “bien ser” y el “bien estar”, ahí tratan de enseñarte un “bien saber” (y eso de “bien” muy pocas lo logran).

Por eso en estos tiempos es tan común escuchar tan seguido de cosas como la tristeza, el dolor, la depresión, la soledad, la falta de sentido y cuando lo escuchamos en ocasiones la verdad es que pudimos haberlas evitado, pero en la vida nunca nos enseñan sobre cómo aprender a vivir esas situaciones.
Lo mejor de todo es que en ese proceso que vives dentro de este lugar tienes la fortuna de conocer muchas personas y la mejor forma de hacerlo es cuando uno esta dispuesto a abrir su mente, su alma y su corazón; te permite conocer amistades que te enseñan y te explican que lo que estás viviendo o has vivido no es algo que sólo te pasa a ti, le pasa a muchas personas y que tiene solución y explicación, además es un lugar en el que siempre encontraras una mano extendida y la oportunidad de tu también brindar ayuda a alguien más. Verás personas que han decido dar su tiempo y su cariño a los demás, y eso vale más que todo lo que pueda tener dentro cualquier banco del mundo.

Dentro de este agradecimiento me gustaría hablarles de alguien en especial. Dicen que para que este mundo cambie es necesario encontrar locos que se comprometan a hacer más de lo que les toca en la vida y a mí me gusta llamarle a ese tipo de gente: Súper héroes o en el caso particular heroínas. Les hablo de las 3 lindas coordinadoras de ALAS, mujeres con una hermosa sonrisa, una gracia muy especial y un corazón enorme, ¡imagínense a unas guerreras con esas cualidades! Abril Tinajero, Adriana Domínguez y Clarissa Arriaga son mujeres que entregan su tiempo, su esfuerzo, sus cualidades y de alguna manera su FE a buscar que el mundo sea un mejor lugar para vivir, un lugar con mejores personas en el que el amor, la alegría y la paz sean algo mucho mas común y cotidiano en nuestras vidas.

Cuando te topas a alguien que entrega su tiempo y no sólo el que le sobra sino el que se requiere para algo positivo, que se compromete de verdad con lo que cree y lo que hace y hablo de compromiso, porque para que valga la pena lo que das, tiene que costarte, tienes que estar dando una parte de ti y mejor aún darlo con alegría y convicción… y ellas lo hacen,
cuando te topas personas así no puedes dejar de ser agradecido.

Además de ellas encuentras a tipos como Juan Alejandro Córdoba, de esas personas que por donde van caminando van marcando y generando sentimientos positivos, alguien de esos que dicen que tiene “Don de Gente” y que lo sabe aprovechar para cosas positivas.
Así como ellos podría hablarles de muchas personas que hoy puedo llamar amigos y que me han dado momentos muy agradables, grandes lecciones y con los que espero compartir muchas cosas más.

Sin duda una de las mejores cosas que me pasó este año, sin temor a equivocarme, fue haber conocido ALAS y saber lo que significa “te doy mi 4”, de esas cosas que yo llamo alimento para el corazón.

Muchas gracias a todos, les mando un afectuoso saludo, todo mi respeto y admiración y muchos 4s a todas esas personas.

Cari Hernández Silveyra
Cari780@hotmail.com
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twitter.com/carihernandez

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Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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