De los dulces se pueden decir bastantes cosas buenas. En general, están riquísimos. Bajo esa denominación extremadamente genérica cabe una cantidad casi inabarcable de productos, casi todos maravillosos tanto gustativa como estéticamente.
Pero los dulces también gozan de cierta mala fama, basada, por una parte, en la opinión de que uno puede vivir sin pepitos de crema ni brownies. Algunos lo ven como un signo de debilidad. Por esa razón en una comida de empresa todo el mundo pide de postre café solo.
Para todos aquellos que sienten esa necesidad frecuentemente —los que nos consideramos “enganchados” al dulce—, la especialista Ana Checa aporta cuatro sencillos trucos para superar su dependencia.
Engañe a su cerebro. Tenga siempre a mano alimentos que le puedan sacar del apuro en los momentos de crisis y le den gato por liebre a su mente sin alterar su glucemia.
Evite hacer la compra cuando tiene hambre. Está demostrado que bajar al súper con apetito implica llenar el carro de todo aquello que le entra por los ojos, incluidos chocolates.
Elabore recetas caseras con “trampa”. ¿Es fanático del flan? métase en la cocina y prepáreselo usted mismo.
Manténgase ocupado y activo. Si nuestra ansia de azúcar nos llega mientras estamos atareados en algo, nos será más sencillo obviarla.