Los senadores del PRI han cambiado. No sabemos si fue la reflexión decembrina, la alineación de los astros o el cambio climático, pero legisladores como Patricio Martínez, Lilia Merodio, Graciela Ortiz y Alejandro Domínguez se cambiaron de pronto el chip y pasaron de ser rabiosos defensores de las reformas de Peña Nieto, las cuales aprobaron sin reparos, a convertirse en detractores del gobierno y a abrazar la causa del pueblo.
Los Santos Reyes del Senado. Tal puede verse con este grupo de tricolores, que ahora se lanzaron con todo contra sus Enriques, tanto el presidente de la República como el de su partido, pues en un extraño ataque de amnesia olvidaron su apoyo inamovible a las reformas y ahora —que les conviene— se rasgan las vestiduras y escupen rabia por los ultrajes a sus representados… Para recordarles su pasado, hasta piñatas les fueron a quemar en sus casas de enlace.
Ahora muy amigos de Corral y lejos de Duarte. En la política, más que en la vida cotidiana, las conveniencias lo mueven todo. Los priístas de todo el país ven como el régimen peñanietista se desmorona. En el pasado hubo medidas igual o hasta más dolorosas y complicadas, pero nunca un presidente estuvo tan sólo. Lejos de su partido, de los empresarios, de sus apoyos en el extranjero y hasta de las religiones y grupos delincuenciales, que a fin de cuentas son poderes fácticos. Fuera de sus incondicionales, nadie respalda a Peña Nieto, y se siente.
¿Seguirán 20 meses más de lo mismo? Esta es la pregunta que ahora, obligados, se hacen todos los mexicanos. Ya no pueden hacerse a un lado o ignorar decisiones y acciones que definen cuánto mandado van a llevar a su casa. En el PRI hay una clara revuelta encabezada por Manlio Fabio Beltrones contra la cúpula que lo hizo a un lado.
Se aprieta el panorama para Duarte. Entre los calambres que ha desatado la rebelión en el PRI, está cobrando fuerza el grupo de Manlio Fabio Beltrones, antagónico no sólo de Ochoa y Peña, sino del exgobernador César Duarte, quien nunca se llevó bien con el cacique sonorense. Esto explicaría la inusitada cercanía entre el gobernador Corral y esta ala del PRI, que podrían coincidir en un objetivo: meter a la cárcel a César Duarte.
Duarte, la pieza más buscada de la cacería: De llevar a César Duarte ante la justicia, se robustecería el prestigio político y cualquier aspiración —por que las tiene— del gobernador Javier Corral. Tiene que hacerlo. La promesa de poner a Duarte tras las rejas fue el pilar de su campaña. En el caso de los priístas se trata simplemente de un anhelado ajuste de cuentas y quitar del camino al grupo que los relegó del tricolor y que de paso está sepultando a todos los priístas del país, pequeños y grandes, locales y nacionales, todos.
PRI y Morena, la alianza que ya suena. Mientras, la fauna política que ya escapa del naufragio tricolor ha encontrado las puertas abiertas en Morena. Andrés Manuel López Obrador podría «perdonar» a algunos personajes y ya suenan Marco Adán Quezada y otros. Mientras quebrar Cruz Pérez Cuéllar también ya anda montado. Sirvió la absolución contra todos los arrepentidos, Morena es la esperanza de México, y de lo que queda del PRI…
A río revuelto, ganancia de manipuladores. Que nadie se confunda. El enojo por el gasolinazo y las protestas de ahí emanadas son de las causas más legítimas y desesperadas por las que la ciudadanía a salido a las calles en mucho tiempo. El caso de Camargo fue ejemplar a nivel nacional, precisamente donde la protesta fue espontánea y alejada de “líderes” y “organizaciones” que buscan tener materia para sacar puestos, presupuestos y privilegios en la administración que inicia.
Estrategia electorera busca aprovechar descontento ¿Por qué si Corral votó en contra cuando fue senador, se ha opuesto públicamente y es —el único— que ha llevado el tema ante la Conago, para presionar al presidente a altos niveles, además de proponer estrategias como reducir impuestos e importar gasolina barata, los ataques de Morena, de ‘líderes’ y de sectores agrarios vinculados al PRI se empeñan por llevar la lumbre al Palacio de Gobierno estatal? Simple: porque ahí están los puestos, nóminas y espacios que buscan, el gasolinazo es el pretexto.
¿Qué seguirá? Por lo pronto las cúpulas federales replican la receta del sexenio. Esconderse y esperar que la tempestad pase sola. Eso ha llevado precisamente a este gobierno a la mayor crisis social en décadas, y miren que las hemos pasado negras siempre. Por lo pronto para buena parte de los mexicanos, incluso de los priistas, aguantar 20 meses más de lo mismo suena insoportable, sobre todo si se piensa que en febrero viene otro gasolinazo más, y quizá otro y otro y otro… hasta que lo permitamos.
En el Congreso también están los tomatazos. Ahora el centro de las críticas de Nubia Muñoz Chávez, jefa de Comunicación Social del poder legislativo, quien ha recibido las embestidas de sus compañeros quienes la acusan de “prepotente”, “inepta” y hasta “mamona”. Andan sangrando por la herida. Su verdadero pecado, dicen, es no pertenecer a ninguna de las mafias periodísticas que por décadas han acaparado estas plazas. Va sola y sufre las consecuencias.
O te alineas o te friegas. Esta es la premisa que quieren imponer a la comunicadora, con una trayectoria limpia de cerca de 15 años en la radio de Chihuahua. Es de las pocas que nunca ha aceptado chayotes y su discreto modo de vida da cuenta de ello. No se presta a cochinadas y es lo que a muchos les duele, motivo por el cual quieren poner a Alejandro Leyva, hermano del recién estrenado en el Ichitaip Rodolfo Leyva. La capacidad de Muñoz y sobre todo su honradez están demostradas ¿aprenderá pronto las artes de la grilla?