Pumas amanece con el quinto lugar de la tabla general en las manos, pero las dudas hacia sus alcances no han desaparecido del todo. Ha mejorado, cierto, aunque sigue sin dar un golpe de timón, no da una prueba real de poderío y de solidez como sí lo hacen los tres punteros del torneo. Prueba de ello, el pobre 1-0 logrado ante un Pachuca sin alma y disminuido por la fecha FIFA.
Hugo Sánchez debió presentar un plantel parchado y repleto de juveniles, ante las bajas de los convocados Segundo Castillo, Paulo da Silva y Héctor Herrera. Aún así logró complicarle la tarde a los universitarios, con un parado más dedicado a erradicar problemas en su portería que en crearlos en la contraria. Mario Carrillo, en su afán de no darle juego a gente como Emanuel Villa se complicó y debió echar mano de la fortuna para lograr una victoria agónica.
Las mejoras de los felinos de las cuales se habla se ven lejos del arco del oponente: ya corren como solían hacerlo hasta hace un par de torneos, se acomodan mejor, trasladan de manera coherente el esférico, lo retienen más tiempo y defienden bien, pero aún no logran ser un plantel que despierte miedo en las zagas rivales. Les falta ese equilibrio que sí tienen aspirantes al título como Tijuana, Toluca y León.
A lo largo del partido, el equipo auriazul se mostró repetitivo en sus acciones y tuvo muy cortos lapsos de lucidez. Se acercó constantemente a la meta rival, gracias a su posesión del esférico, pero en pocas ocasiones lo hizo con jugadas bien armadas. Destacables, tres acciones hasta antes del gol.
En el minuto 36, Alfonso Nieto sirvió a Efraín Velarde para que éste rematara a quemarropa, pero Rodolfo Cota alcanzó a rechazarla; en el contrarremate, de Eduardo Herrera, otra vez apareció el cancerbero.
Tres minutos después le tocó a Luis Fuentes generar una. El zurdo se incorporó al ataque y centró a Nieto, pero éste no alcanzó a meterle suficiente potencia a su cabezazo. Cota sólo recostó para secar la acción.
La banda izquierda fue la más aprovechada por los felinos y casi logran el primero desde un lanzamiento de la zona, ya en la complementaria. En el minuto 53, Velarde mandó un globo a Herrera, pero éste estrelló el balón en Cota. La pudo colocar.
Cuando parecía que se daría la igualada, se evidenció que a Carrillo lo acompaña la fortuna. Aún y cuando la afición pedía a Emanuel Villa, el técnico determinó darle juego al joven David Izazola. Le funcionó al técnico. En el minuto 84, tras una serie de rebotes, la pelota le cayó al Negro y éste, con un derechazo cruzado, puso el 1-0. Sólo así los felinos pudieron ganar.
Hugo se alimenta de cariño en el Olímpico
Hugo Sánchez regresó a Ciudad Universitaria más grande de cómo se fue hace siete años. Más ídolo. Le sienta bien visitar su casa.
Contrario a ese 30 de octubre de 2005, cuando los abucheos, ofensas y vasos repletos de líquidos se dirigieron a su persona para despedirlo (tras perder 1-2 en casa ante el América), en esta ocasión el público auriazul lo arropó, le entregó su cariño, respeto y admiración para darle, otra vez, cual hijo consentido, la bienvenida. Lo llenó de momentos inolvidables e invaluables como simple agradecimiento por todo lo que le entregó a la institución tanto de jugador como de técnico.
Apenas pisó el césped y las emociones empezaron a invadir al Penta gracias a esos gritos que bajaron desde la tribuna, como después lo aceptó. En su camino a la banca, escuchó los primeros gritos, pero fueron apagados instantáneamente por el estruendoso himno de la Liga MX. Sin embargo, sólo fue un preámbulo.
Ya instalado en la banca, después de escuchar de manera solemne el himno deportivo universitario, los jugadores que alguna vez dirigió se acercaron a él. Darío Verón, Jaime Lozano, Marco Palacios y demás futbolistas lo abrazaron, bromearon con él y le desearon buena suerte. Incluso Emanuel Villa, con quien nunca se ha relacionado, lo hizo. Mario Carrillo pareció no conocerlo.
Ya iniciado el partido, en el minuto once, se reactivaron esos cánticos de la parcialidad. La Rebel empezó con la algarabía. La Plus, minutos después, secundó en repetidas ocasiones con frases jocosas, como aquella en la que le pedía que metiera a Martín Romagnoli. El Macho siempre correspondió con un saludo.
Pero el acabose llegó al finalizar el juego cuando el estadio entero coreó el “¡olé, olé, olé, Hugo, Hugo!”. El estratega alzó las manos para corresponder, caminó tranquilamente al vestidor para gozar el momento. No obstante, Carrillo apagó todo cuando salió del terreno de juego. A él le recordaron a su progenitora.
“El corazón se acelera”
La recepción que le dio la afición de Pumas sacudió a Hugo Sánchez, al grado tal de sentir que “el corazón se aceleró un poco más de lo normal”. La emoción lo embriagó, se mostró feliz como hace tiempo no le sucedía y eso lo agradeció.
“Es maravilloso regresar a casa y recibir todo el cariño. Le emociona a uno y le agradezco a toda la gente esas muestras. Me tocó el corazón”, comentó el Pentapichichi, quien hace siete años no pisaba CU.
Para el Macho el afecto es merecido por lo que contribuyó a la institución auriazul. Dentro de la cancha ganó un título y se erigió como uno de los delanteros más interesantes en la historia del futbol mexicano; fuera de ella, en el banquillo, ayudó a que obtuviera un par de títulos que no sólo acabaron con una sequía de 13 años, sino que trazaron el futuro de la organización.
“Como dice mi familia, todas estas muestras te las has ganado, nadie te las regaló. Es bonito, es un premio al esfuerzo y estoy muy agradecido”, consideró.
Sorprendido con abucheos
Una situación que le causó extrañeza al Pentapichichi fue la manera como la parcialidad felina abucheó a su contraparte Mario Carrillo . “Es la primera vez que veo cómo le dan la recepción así a una gente de casa. Nunca lo había visto”, mencionó, para aderezar con un contundente: “le va a costar trabajo ganarse el cariño de la gente”.
De la negativa del Capello a darle un saludo, explicó que en todo el mundo es una costumbre que el anfitrión sea quien le dé la bienvenida al oponente y en su caso no lo hizo.
El Capello niega saludo al Macho
Mario Carrillo, técnico de Pumas, aseguró que no suele ser un buen anfitrión con los oponentes. Por eso su negativa de saludar a su colega Hugo Sánchez.
“Yo estaba concentrado en el himno, además de que no soy muy sociable con los rivales, no me gusta saludarlos, no veo que se congratulen cuando lo hago. Acá venimos a competir y a ganar”, explicó.
El Capello negó sentirse incómodo por los gritos de apoyo que recibió el Pentapichichi y se limitó a comentar que los tiene bien merecidos, sobre todo por el bicampeonato que obtuvo.
Al margen, tomó de buena manera los abucheos que le volvió a proferir la parcialidad felina. “No lo veo, no creo que me los haya ganado ni poco a poco”, dijo en tono de broma, para enseguida reconocer que no ha tapado “ningún grito”.
Cabrera, de plácemes
David Cabrera fue otro personaje en el Pumas-Pachuca al cual se le cruzaron las emociones. En su caso, no sólo estuvo la alegría por su retorno a Primera tras superar una lesión de ligamento anterior cruzado, la cual lo alejó de las canchas por seis meses, sino también se encuentra el nacimiento de su primer descendiente, al cual llamará Santiago.
“Fue una semana redonda, la más importante en mi vida, puedo decir. Se dio mi regreso y en el plano personal también estoy muy feliz por el nacimiento de mi hijo”, destacó el contención, que participó 20 minutos.
A su salida de la cancha, Cabrera fue reconocido por sus compañeros, quienes le aseguraron que “le hacía falta al equipo”.
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