¿Qué tiene que hacer un funcionario mexicano, en particular un presidente, secretario o gobernador, para que se arriesgue a ser juzgado por sus delitos? Simple: salir del país.

Y es que en México tienen una especie de patente de corso, un pacto de no persecución que, sin firmas y sin demasiados protocolos, suscribe una enorme mayoría de la clase política mexicana, y este ‘pacto’ sólo se transgrede cuando hay un interés de por medio y un grupo político ataca a otro, o cuando el delito es tan insostenible que desde el extranjero piden cuentas. Fuera de ahí, no hay más.

El mejor ejemplo es el ex gobernador de Coahuila y ex presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, quien fue encarcelado por autoridades españolas sacudiendo, otra vez, al patético sistema de justicia mexicano que pese a tener montones de evidencia, simplemente no procede por la sencilla razón de que quienes encabezan a las instituciones son precisamente quienes las violentan a su antojo.

Así, la administración de Enrique Peña Nieto, que apenas tenía un pequeño motivo para sonreír con la captura del ‘Chapo’, vio aguadarse su fiesta con el mismito hashtag #MisiónCumplida, y así se le estrelló una vez más la realidad en sus narices: el sistema de justicia mexicano está asfixiantemente corrompido, y las autoridades hacen más bien una labor de alentar, gestionar y lucrar con la corrupción antes que hacer el mínimo esfuerzo por contenerla. Ni la despistan.

Dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Nos preguntamos qué pecado, en esta vida o en las pasadas, hemos cometido los mexicanos para haber llegado a este nivel de cinismo y descaro, a esta podredumbre de las instituciones. Estamos conscientes de que no tendremos de la noche a la mañana funcionarios al estilo islandés o coreano, pero tampoco nos merecemos esto.

Pero ni así entendemos. El caso Moreira es el primero de una larga serie de gobernadores desfalcadores de las finanzas públicas. La fórmula Moreira se replica preocupantemente en el actual gobierno de Chihuahua, encabezado por César Duarte, quien se ha enriquecido meteóricamente y enfrenta sustentadas denuncias por enriquecimiento ilícito, uso ilegal de facultades, entre otros delitos, ni ha podido explicar su repentina fortuna, al grado que permanece abierta una denuncia ante la Procuraduría General de la República, la mayor de las instituciones paleras del país.

Al igual que contra Moreira, las evidencias indican que hay desfalcos. Al igual que con Moreira, en México no pasa nada. La única esperanza es que alguno de los movimientos de los que se acusa al gobernador Duarte Jáquez afecte en EU o en España o en un país medianamente civilizado, para que así pueda tener el menor temor de ser procesado. En México eso, desde luego, no ocurrirá.

¿Por qué las autoridades mexicanas nunca hallaron nada siquiera sospechoso en las transacciones millonarias de Moreira? Por la misma razón que no encuentran nada malo en que un gobernador en funciones se compre un banco, lo fondee con recursos públicos y ponga a su secretario de finanzas de director. Porque son ‘compas’.

Si hay miles de demandas ciudadanas en redes, en la calle y en todos lados, exigiendo que se investigue (y si se encuentra algo ilícito se castigue). De ninguna manera, la simple desconfianza entre gente del mismo partido (o de diferente, da igual) es una falta de respeto.

El caso Moreira podría apenas estar empezando, pues tanta protección de su partido y del presidente no son nada más por buena onda. Habrá qué ver donde acabaron los cientos de millones que no encuentran en Coahuila, en una de esas algunos fueron a parar a campañas federales y de gubernaturas. Esto es sólo especulación, pero últimamente las ‘especulaciones’ explican mejor la realidad que las ‘verdades históricas’ oficiales.

No. Nadie hizo el menor esfuerzo por investigarlo o detenerlo. Al contrario, tanto el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación como el Gobierno Federal le otorgaron becas de estudios al pobre, como andaba quebrado tras dejar el alma en su labor como gobernador…. Ajá…

Ante la detención de Moreira no hubo mensaje patriótico ni himno nacional. Tampoco hubo reacción ante la burla de la Policía Nacional Española con su #MisiónCumplida. El silencio ha sido el distintivo de los actuales tiempos políticos, y si abrieron la boca fue para arroparlo y ofrecerle todo el apoyo para “justificar su conducta”. No es por buena onda, Moreira les sabe y mucho, y puede embarrar a varios.

La pregunta sigue en el aire: ¿Se va a investigar al gobernador César Duarte o esperaremos a que en el extranjero nos hagan el trabajo de castigar a quienes se roban nuestro patrimonio? Ahí está la verdadera soberanía, el respeto a nuestra nación, y no en fanfarronadas como las de cada 16 de septiembre.