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¿Quién es Juan Carlos Loera? ¿Por qué lo bautizaron como Lord Mantenido?

Esta mañana se dio a conocer que Juan Carlos Loera sera el candidato a gobernador por Chihuahua del partido Morena.

Loera de la Rosa, nació el 17 de abril de 1969 y egresó como Ingeniero Electromecánico en Plan de Mantenimiento por el Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez.

Después de su egreso y durante varios años ejerció en la industria maquiladora hasta que cambió al sector privado.

Loera fundó su propia compañía “Alumitec Juárez y Alumitec El Paso, LLC” de la cual se convirtió en director.

En 2012 inició su actividad política en Morena, fundando al partido en la ciudad de El Paso, Texas y luego extendiendo su actividad a Ciudad Juárez, donde permaneció como coordinador así como Secretario Nacional de Mexicanos en el Exterior y Política Internacional del CEN Morena del 2012-2015.

Posteriormente se convirtió en Secretario General del Comité Ejecutivo Estatal de Chihuahua Morena del 2015-2018.

Al concluir su periodo dentro de dicha dirigencia, se convirtió en diputado federal por el principio de representación proporcional a la LXIV Legislatura de ese año a 2021.

En la Cámara de Diputados fue secretario de la comisión de Asuntos Frontera Norte e integrante de las de Asuntos Migratorios, de Seguridad Pública y de Desarrollo Social.

Posteriormente se sumó su labor como Delegado Estatal de Programas para el Desarrollo, en el Estado de Chihuahua de la Secretaría de Bienestar del 2018-2020, cargo que ocupó hasta el pasado 31 de octubre.

La polémica por “LordMantenido”

De acuerdo con usuarios de Twitter, Juan Carlos Loera fue nombrado como Lord Mantenido debido a que estaría recibiendo presuntamente el apoyo financiero de Ariadna Montiel Reyes, quien es Subsecretaria de la Secretaría de Bienestar.

Según lo señalado por los cibernautas, Lord Mantenido se comenzó a compartir y a viralizar debido a que Ariadna Montiel Reyes, quien supuestamente es pareja sentimental de Juan Carlos Loera, ha rentado decenas de anuncios espectaculares para promocionar un libro del político, quien además estaría enfocado a competir por la gubernatura del estadode Chihuahua en las elecciones de 2021, las cuales se tienen programadas para el próximo 6 de junio.

 

Cabe señalar que a Loera se le investiga por nepotismo durante su corta gestión.
En el expediente 2019/DE45, la SFP investiga al funcionario por presunto nepotismo, debido a que una sobrina suya, Myrna Brighite Granados de la Rosa, habría sido contratada en la delegación que él encabezó.

Este señalamiento de nepotismo alcanza hasta a la subsecretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, pues la sobrina del ahora exdelegado trabajó en 2019 como su secretaria particular con un sueldo de 45 mil pesos mensuales, aun teniendo la licenciatura trunca.

La acusación incluye a dos compadres de la subsecretaria Montiel: Luis Fernando Duarte González, delegado regional en Parral, y su esposa, Ishtar Ibarra Barraza, directora de área de Bienestar en la Ciudad de México. Reforma confirmó el año pasado que Montiel fue madrina de bautizo de una de las hijas de ese matrimonio.

La denuncia añade que Ishtar Ibarra vive en Chihuahua, aun cuando, por el cargo que tiene, debería despachar en la capital del país.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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