El Yúmare, que es la ofrenda máxima al Dios Padre, Omáware, fue hoy el eje sobre el que giró el Sexto Festival Gabriel Teporaca, llevado a cabo por el Comité Estatal Antorchista y por sus agremiados rarámuris.
Este festival se llevó a cabo en la colonia Granjas la Soledad, hasta donde llegaron indígenas rarámuris de varias colonias, para hacer su sacrificio a Omáware.
La intención última del festival es que los indígenas de la ciudad no se olviden de sus raíces, y que las nuevas generaciones sigan en contacto con las costumbres y tradiciones de sus padres y sus abuelos.
El Yúmare y el Tutuburi son fiestas, pero no en el sentido del puro gozo. Bailar seis, siete u ocho horas seguidas proporciona satisfacción personal, pero también es obligación del rarámuri para con Omáware, Dios Padre.
El primer baile es en torno al maynate o cantor en español, los demás, en esta ocasión 29 fueron en torno al altar a Omáware y fueron realizados por dos grupos, uno formado estrictamente de mujeres y el segundo mixto, cada baile se contabilizaba por medio de piedras.
Mientras los danzantes, ofrecían sus 30 bailes, varias mujeres entre chacbochis (mestizas) y rarámuris, cocinaron el Tónare, el guiso típico de los indígenas de Chihuahua, esta vez cocinado de pollo y acompañado de tomate y repollo, ya que había acompañantes chabochis.
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