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Recaudan dinero para borrar tatuaje que pusieron en la frente de presunto ladrón

Brasil.- Un grupo de personas se ha dado a la tarea de recaudar fondos para borrar un tatuaje hecho a otro sujeto cuando supuestamente intentó robar una bicicleta en Brasil, informó el Colectivo Afroguerrilha, encargado de la iniciativa.
Las personas lograron recaudar más de cinco mil dólares a través de microfinanciación colectiva.
Maycon Wesley Carvalho dos Reis, y su vecino Ronildo Moreira de Araujo, quienes hicieron el tatuaje, fueron acusados de “tortura” después de retener al adolescente de 17 años y tatuarle en la frente la layenda “soy ladrón y vacilão (bobo, zopenco)» como castigo por supuestamente intentar robar una bicicleta en Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña.
El joven fue atado en una silla de plástico en una pensión que había sido alquilada por Maycon, le tatuaron la frente y le cortaron el pelo, según contó el menor a la Policía.
Los hombres grabaron el hecho y el video fue compartido en YouTube, en el que se escucha cómo uno de los hombres le advierte al joven que va a doler.
Los responsables fueron detenidos, mientras que el joven, en situación de pobreza y quien según sus familiares tiene problemas psíquicos, fue localizado y se encuentra en libertad tras negar que estuviera intentando robar.
«Primero vamos a cuidar de él, fue medicado y está asustado con lo que pasó. Muchas personas compartieron su imagen juzgando sin conocer los hechos. Él no hizo nada de lo que fue hecho y publicado en internet», afirmó el abogado de la noticia al portal de noticias G1.
Tras el suceso, Colectivo Afroguerrilha comenzó a recaudar dinero para la operación y quitar el tatuaje, pagar el tratamiento psicológico del menor y financiar el proceso judicial.
https://www.youtube.com/watch?v=SQcaY-4qNy8

Fuente: El Debate

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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