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Récord de asistencia en un concierto gratuito: ¿Rigo Tovar vs Grupo Firme?

Según reportes, los intérpretes de “Pa´todo el año” reunieron a 280 mil personas en el Zócalo, aunque en 1981, el cantante de Matamoros congregó entre 400 y 500 mil personas en el Río Santa Catarina

El concierto gratuito que ofreció el Grupo Firme en el Zócalo de CDMX reunió, según estimaciones, alrededor de 280 mil personas el domingo por la noche y se habla de un récord de asistencia.

Sin embargo, este espectáculo trajo a la mente de muchos nostálgicos el show de Rigo Tovar en el lecho del Río Santa Catarina, en Monterrey, el 21 de octubre de 1981.

Rigo cantó desde el Puente del Papa y, de acuerdo a publicaciones de la época, fueron entre 400 y 500 mil personas las que asistieron.

“Sin redes sociales, más que una estación de radio de Monterrey, Nuevo León y la fuerza de un gigante, un verdadero ídolo”, señala una publicación en Facebook.

El “macro baile” fue organizado por la estación de radio XEBJB y se le considera el primer gran evento masivo después de la visita del Papa Juan Pablo II al mismo lugar.

Rigo, originario de Matamoros, Tamaulipas, cantó acompañado de su grupo Costa Azul, pero también de mariachi y un trío, y e hizo bailar a la multitud que coreó cada una de sus canciones.

Según reportes de la época la asistencia fue de entre 400 y 500 mil personas.

Según reportes de la época la asistencia fue de entre 400 y 500 mil personas. Foto: Cortesía Redes Sociales

Fue un evento sin precedentes en México y el propio Rigo, en varias ocasiones dijo: “Soy el único que llenó el Río Santa Catarina; nada más el Papa y yo lo hicimos”.

La prensa de 1981 destacó que incluso hubo una fila impresionante de vehículos estacionados en avenida Constitución para poder ver el espectáculo del artista que falleció en 2005.

Grupo Firm en el Zócalo de la CDMX: asistentes se desmayan

 

 

Fuente: publietro.mx

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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