En un país con casi medio siglo de reformas electorales impulsadas desde la sociedad civil o las fuerzas opositoras, el PRI lanza una pregunta tan directa como incómoda: ¿la 4T busca realmente modernizar el sistema electoral o está cocinando un golpe de Estado desde el Congreso?
Rubén Moreira Valdez, coordinador parlamentario del PRI, no se anduvo con rodeos. En entrevista con medios, lamentó que por primera vez en 48 años una reforma de esta magnitud no tenga origen ciudadano ni respaldo opositor. “Es increíble que en 48 años sea la primera vez que una Reforma Electoral no nazca de la sociedad o de las oposiciones, y que venga del gobierno”, apuntó.
Moreira recordó cómo en la histórica reforma de 1977, incluso los gobiernos accedían a cambiar a sus negociadores si la oposición los vetaba. Era una práctica para generar confianza. Hoy —sugiere— ocurre lo contrario: se impone desde el poder.
“Entonces es muy claro: ¿quieren hacer una Reforma Electoral o quieren dar un golpe de Estado electoral, legislativo-electoral?”, soltó el priista, señalando el riesgo de que las reglas del juego democrático se reescriban a conveniencia del partido gobernante.
Una de las críticas más punzantes fue dirigida a la figura de Pablo Gómez, quien, según Moreira, ni siquiera es servidor público y, por lo tanto, no puede encabezar legalmente la Comisión Presidencial para la Reforma Constitucional. “Solo que lo nombren servidor público… porque por esa Comisión no pagan”, ironizó.
Pero el problema de fondo, según el líder priista, no es solo de forma, sino de fondo: la exclusión deliberada de estados, minorías, y opositores en una República que se dice federal. “Esto no es una monarquía”, advirtió, y recordó que desde el siglo XIII las constituciones obligan a escuchar a las minorías.
Moreira también criticó el uso de encuestas como instrumento político: “Si no hay información suficiente, son un instrumento demagógico para justificar decisiones ya tomadas”.
La analogía que cerró su mensaje fue lapidaria: “¿Vamos a elegir jueces y magistrados? ¿Y por qué no elegimos al titular del SAT?”, cuestionó, dejando en el aire una advertencia más profunda: si se abre la puerta al populismo en la justicia y las instituciones, ¿dónde se pone el límite?
La reforma electoral propuesta por la 4T no solo está encendiendo alertas en la oposición, sino que revive una pregunta que no debería tomarse a la ligera: ¿se construye democracia o se desmantela desde dentro?