El papa Francisco ha aceptado la renuncia del prefecto de la Secretaría de Comunicación, Dario Edoardo Vigano, después de las polémicas sobre su labor, comunicó este Miércoles el portavoz del Vaticano, Greg Burke.
Viganò había sido nombrado para guiar la nueva Secretaria de Comunicación del Vaticano, una de las grandes reformas que ha querido implementar el papa para aunar a todos los medios informativos con los que cuenta la Santa Sede.
Según la nota del portavoz, hasta el nombramiento del nuevo prefecto se encargará el secretario de este organismo, el argentino Lucio Adrián Ruiz.
Ante la importancia de esta noticia, el Vaticano publicó la carta de Francisco en la que acepta, aunque con pesar, la dimisión de Viganò.
En ella, el pontífice argentino le pide que se quede como asesor de este dicasterio de la Comunicación «para dar su contribución humana y profesional al nuevo prefecto».
Agradece el «gran empeño en estos años» y «su disponibilidad» y «el haber hecho evidente que la reforma de la Iglesia no es un problema e organigrama sino más bien la adquisición de un espíritu de servicio».
En la carta de Viganò al papa, también publicada, el monseñor admite que «en estos últimos días se han producido muchas polémicas sobre su labor» y «más allá de las intenciones, desestabiliza el complejo y gran trabajo de reforma» que estaba realizando desde junio de 2014.
Añade en la carta que ante la posibilidad de que esto pueda «retrasar o dañar, o incluso bloquear» esta reforma y por «el amor» a la Iglesia y al papa, pide poder echarse a un lado» y se ofrece a colaborar.
El Vaticano había comunicado el 12 de marzo, en vísperas del quinto aniversario del pontificado de Francisco, la existencia de una carta del papa emérito con ocasión de la publicación de unas obras sobre la teología del papa argentino.
La secretaría de Comunicación solo hizo públicos algunos párrafos, acompañados de una fotografía que mostraba la primera página de la epístola con la última parte desenfocada, mientras que la segunda página estaba oculta por unos libros.
Los párrafos difundidos solo hacían referencia a la defensa de Benedicto XVI ante el «necio prejuicio según el cual el papa Francisco sería solo un hombre práctico sin particular formación teológica y filosófica».