Este jueves se reunirán por primera vez en México el presidente Enrique Peña Nieto y el presidente de EU, Barack Obama. Este último considera la seguridad el eje principal, mientras que el gobierno de Peña prefiere no hablar demasiado del tema y centrarse en los morlacos, con temas como comercio e inmigración.
Los mexicanos de distintos sectores han unido las voces para exigir que se regule la venta de armas en EU para contener la entrada de los arsenales que a diario dejan decenas de muertos en México, al ser empleados por los cárteles y criminales de toda índole. No obstante, poca importancia tienen estas demandas ciudadanas en la agenda.
Esta visita llega en medio de grandes tensiones en torno a la estrategia de seguridad y combate a los cárteles del gobierno de Peña, pues recién apareció en el New York Times un artículo en el que agentes norteamericanos aseguran la actual administración no tiene el menor interés en frenar la violencia, sino simplemente hacerla menos perceptible, para mejorar la imagen de su gobierno.
Otro punto álgido es la presencia de al menos 50 agentes de la DEA, armados, quienes se dice tienen su oficina dentro de las oficinas de las PGR, violando flagrantemente la poca soberanía que le queda a la nación.
En el mismo tenor, podrían desbloquearse los 246 millones de dólares para la Iniciativa Mérida, que el gobierno norteamericano ha retenido debido a que no le queda claro qué piensa hacer nuestro gobierno con él y pues se habla de que “está anteponiendo la imagen por encima de la lucha contra el crimen organizado”, un tema especialmente preocupante para Chihuahua, que ha sido uno de los estados que más han resentido la violencia del narco.
Otro escándalo que llegó a los medios “grandes” es el que involucra a Mauricio Navarro Gárate y su socio Rodrigo Ramos Garibi, a quienes la revista Reporte Índigo acusa de hacer jugosísimos negocios al asignar varias obras públicas sin licitación, las cuales habrían pagado generosamente, y por debajo de la mesa, tan útil “trámite”.
Estas triquiñuelas las habrían realizado en Puerto Vallarta y Zapopan, Jalisco, lejos de Chihuahua, pero también son ya muy conocidos en nuestro estado y sobre todo, en Palacio de Gobierno, lo cual ya preocupa a varios de los ahí encerrados.
Los que están también preocupados son Javier Corral, Cruz Pérez Cuéllar y Carlos Borruel, quienes se verán las caras el próximo domingo, para tratar de resolver de una vez por todas, el cochinerazo que dejaron durante las elecciones al senado, y ver quién de los tres salió más embarrado.
Algo que no preocupa, es más, da risa, es el anuncio de Mario Vázquez Robles de poner marcaje personal a los funcionarios de gobierno para que no apliquen los recursos y programas públicos a las campañas. Incluso está buscando, junto a otros líderes de partidos, una entrevista con el gobernador, y ya aseguró que piensa ponerse pinto al mandatario por incidir en el proceso electoral. El chiste se cuenta solo.
Y ya que hablamos de preocupaciones, está la de Miguel Riggs, quien aún no se entera que “el sur también es Chihuahua”, y deberá dejar un rato su cuna de seda y satín para entrarle a los folkloricos mundos de la periferia, donde no espera encontrar caras bonitas sino montones de votos.
Si bien Javier Garfio no es el “socialité” que Chihuahua estaba esperando, está bien asesorado y cuenta con el importante respaldo de los seccionales, quienes saben mediar y alborotar a la raza con taquizas, rifas de planchas y “apoyos” de los distintos niveles de gobierno. Riggs difícilmente puede competir con esto.
Y ya hablando de Garfio, su preocupación no es Riggs, sino el desarrollo del ViveBús, su obra emblemática. Por el momento Memo Márquez ya le está metiendo los kilos para que funcione lo antes posible y como parte de estos esfuerzos se firmará este día el acuerdo de operación con los concesionarios, luego de superar muchísimas trabas.
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