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Salud y Bienestar

Revelan cuál es la comida que más engorda

Comer mucha grasa o azúcar implica añadir calorías, eso lo sabemos. Pero investigaciones recientes indican que el problema real es combinarlas. Y la mala noticia es que esa combinación es la más tentadora.

Ahora bien… ¿qué dona escogerías? Aunque parezca raro, la primera pista para resolver el acertijo de lo que nos está haciendo engordar podría estar en esta tentadora selección de donas.

La dona de la izquierda es… ¡demasiado dulce! Esta dona tiene azúcar extra por la cobertura.

La dona del centro es… ¡la mejor! Esta dona logra el punto ideal de la combinación de azúcar y grasa, con una proporción 50:50. Lo interesante es que tiende a ser la más vendida en todo el mundo.

Por su parte, la dona de la derecha es… ¡demasiado cremosa! La crema hace que esta dona sepa más grasosa.

¿Ni juntas ni revueltas?

Paul Kenny, un investigador internacionalmente conocido por su trabajo sobre la neurobiología de la obesidad y la adicción, ha estado haciendo experimentos con ratas para tratar de entender qué tipo de comida nos gusta y por qué.

Lo primero que hizo fue darles azúcar a sus ratas y dejarlas comer tanto como quisieran.

«A los animales, por supuesto, les gustó y comieron mucho, pero tendieron a no ganar peso pues lo que hicieron fue ajustar su consumo de otros macronutrientes para compensar. Así que, en promedio, las ratas que tenían acceso a soluciones con alto contenido de azúcar consumieron la misma cantidad de calorías cada día».

De manera que si uno deja que una rata tome todas las gaseosas que quiera o le da acceso a una cantidad ilimitada de azúcar típicamente no engorda.

Luego les dieron toda la comida con grasa que quisieran.

«Con la grasa, ganaron algo de peso, pero no mucho», cuenta Kenny. «Además, no comieron tanto como lo hacían antes pues como el alimento tenía muchas calorías, su cuerpo rápidamente lidió con eso: tienen señales que les avisan de que ya comieron suficiente».

Pero, ¿qué pasó cuando les dieron pastel de queso, que tiene un alto contenido de grasa y de azúcar?

«Prácticamente dejaron de comer la comida saludable que tenían a disposición; no comían en exceso: tomaban bocados, pero se convirtió en su fuente principal de calorías».

Algo así como ir a la nevera y comerse una cucharada de helado cada 20 minutos. No comían mucho cada vez, pero sí más frecuentemente.

Y esos animales ganaron mucho peso y se volvieron sedentarios: dormían mucho y casi no se movían.

Lo que Kenny descubrió fue que, a diferencia de cuando se trata de azúcar y grasa separadas, las ratas no tienen un mecanismo que les avise de que ya comieron suficiente si están combinadas.

«La combinación de grasa y azúcar es completamente distinta a los otros macronutrientes… y tiene un sabor notablemente bueno».

Irresistible tentación

Los estudios con seres humanos muestran que las dietas altas en azúcar y grasa hacen ganar más peso que cuando sólo uno de estos elementos es alto. En otras palabras, parece que somos como las ratas.

Pero, ¿por qué pasa esto?

Alimentos con un alto contenido tanto de grasa como de azúcar rara vez se encuentran en la naturaleza.

Son altamente energéticos y por lo tanto muy calóricos.

También son increíblemente placenteros y podemos aprender a asociarlos con darnos gusto y sentirnos bien.

Comer esas cosas sobrealimenta el sistema de recompensa del cerebro, activando los mismos circuitos neurales que se disparan al consumir drogas como la heroína o la cocaína.

Esos alimentos pueden superar la habilidad que tienen nuestros cuerpos para decirnos que dejemos de comer, así que no hay nada que nos detenga cuando vamos camino a la cocina por «un poquito más».

Fuente: El Nuevo Día

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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