- Ni había establo, ni mulas en Belén.
- Ni los magos eran de oriente
El nuevo libro del papa Benedicto XVI, ‘La infancia de Jesús’, sigue dando qué hablar. Si hace poco nos enteramos, según su texto, que el portal de Belén no tenía ni buey ni mula, en las mismas páginas también da a entender que los Reyes Magos de Oriente eran más bien de occidente, o al menos del occidente conocido entonces, concretamente de Andalucía, exactamente de Tarsis o Tartessos, una región que los historiadores sitúan entre Huelva, Cádiz y Sevilla.
Según Benedicto XVI, la Iglesia ha interpretado los pasajes del nacimiento de Cristo utilizando salmos y textos anteriores, donde se nombra a Tarsis en repetidas ocasiones.
“Que le paguen tributo los reyes de Tarsis y de las costas remotas; que los reyes de Sabá y de Seba le traigan presentes. Que ante él se inclinen todos los reyes”, se puede leer en el salmo 72,10 del ‘Libro de los Salmos’.
¿Qué dice la Biblia?
El nacimiento de Jesús es representado cada año por las imágenes de María y José junto a un establo rodeado por animales, a la cabecera del niño Jesús recién nacido un ángel enviado por Dios y a la entrada tres hombres, mejor conocidos como los tres Reyes Magos, cuyo propósito era visitar al niño y entregarle unos preciosos regalos, los cuales consisten en: mirra, oro e incienso.
Los evangelios de Mateo y Lucas son los únicos donde se narra el nacimiento de Cristo y ambos relatan que Jesús fue visitado después de nacer por unos humildes pastores que estaban cerca de allí. Pero en ningún momento de la historia menciona que tres reyes fuesen a visitarlo mientras estaba en el pesebre.
Lo único que se indica en la Biblia es que varios magos o astrólogos lo visitaron cuando era niño de aproximadamente de tres años en casa de sus padres María y José, lo cual puso en riesgo su vida.
El relato de Mateo
En la Biblia, el relato de San Mateo capítulo dos es el que mejor explica la situación en la que se encontraban los supuestos Reyes Magos que visitaron a Jesús.
Este relato habla de “unos magos”, pero jamás menciona que fueran reyes, ni especifica el número exacto de ellos. Además declara que hicieron un viaje desde oriente con dirección a Jerusalén y no hacia Belén, lo cual les habría hecho perder el tiempo de recorrido, ya que el niño no estaba en Jerusalén. A su llegada a Belén, Jesús ya no podría ser un niño recién nacido, sino de más edad y se encontraba viviendo en una casa, no en un establo.
Ni eran magos, ni eran tres
Los Magos de Oriente, también llamados los tres reyes magos de Oriente, según el evangelio de san Mateo, se trataban de nobles peregrinos poseedores de conocimientos astronómicos y astrológicos que siguieron una estrella hasta Belén, en Judea, para rendir homenaje al recién nacido Jesús. Le ofrecieron oro, presente conferido a los reyes; incienso, empleado en el culto en los altares de Dios, y mirra, un compuesto embalsamador para los muertos.
Cuando llegaron a Jerusalén, reclamaron la ayuda de Herodes el Grande, que ostentaba el título de ‘rey de los judíos’, para encontrar al niño que según la profecía iba a ser el Mesías. Herodes contestó que no sabía dónde podrían hallarlo, pero les pidió que volvieran a su palacio una vez hubieran encontrado al futuro gobernador de Israel. Sin embargo, después de un sueño premonitorio, decidieron no volver a verlo, lo que concluyó con el asesinato de numerosos niños menores de 2 años
Melchor, Gaspar y Baltasar
En la Biblia, no se menciona en ningún lugar ni el nombre ni el número de estos sabios que visitaron al Mesías en su cuna. Varios Padres de la iglesia hablan de tres Magos; en realidad se hallan influenciados por el número de regalos. En el Oriente, la tradición habla de doce obsequios.
No obstante la tradición no habla de tres hasta que aparecen algunas pinturas y obras artísticas sobre el momento de la adoración de los sabios en algunas iglesias del siglo VI en Rávena, Italia, donde incluso aparecen los nombres con los que hoy en día los conocemos.
Los nombres de los Magos son tan inciertos como su número. Entre los Latinos, desde el siglo VII, encontramos ligeras variantes en los nombres, Gaspar, Melchor y Baltasar; el Martirologio menciona a San Gaspar el primero de Enero, San Melchor el día seis y San Baltasar el once (Acta SS., I, 8, 323, 664). Los sirios tienen a Larvandad, Hormisdas, Gushnasaph, etc.; los armenios Kagba, Badadilma, etc. (Cf. Acta Sanctorum, May, I, 1780). Dejando de lado la noción puramente legendaria según la cual representan a las tres familias que descienden de Noé, aparecen como provenientes de «oriente» (Mat., ii, 1, 2, 9).
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