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Río 2016: Desfile de barcos protesta contra contaminación

Una organización ecologista organizó hoy un desfile de barcos para protestar contra la contaminación en la Bahía de Guanabara, que baña la zona norte de Río de Janeiro y en la que se disputarán las regatas de vela de los Juegos Olímpicos que esta ciudad brasileña organizará en 2016.

Unas treinta embarcaciones, incluyendo botes, canoas, veleros, goletas y pesqueros, protagonizaron una procesión de unos doce kilómetros entre la Marina de Gloria, desde donde partirán los regatistas olímpicos, y la playa de Urca, al pie del cerro del Pan de Azúcar, para llamar la atención sobre la contaminación de las aguas de esta bahía.

El desfile se produjo cuatro días después de que el gobierno regional de Río de Janeiro admitiera que no cumplirá las metas de descontaminación con las que se comprometió ante el Comité Olímpico Internacional (COI) cuando fue elegida sede de los Juegos de 2016.

Las autoridades regionales se comprometieron en 2009 a tratar el 80 % de las aguas residuales que son vertidas en la bahía pero hasta ahora tan sólo han logrado limpiar un 49 % y admiten que, a sólo un año de la ceremonia inaugural de los Olímpicos, ya no tienen meta.

Numerosos regatistas de todo el mundo, incluso brasileños, han criticado el mal estado de las aguas y se han quejado de las dificultades que enfrentan al tener que desviar basuras flotando en el mar.

La descontaminación de la bahía es el proyecto más atrasado y el que más preocupa a las autoridades y al propio COI, que el lunes iniciará una nueva visita de inspección a Río de Janeiro.

Esta preocupación aumentó aún más con la divulgación en los últimos días de informes según los cuales el alto grado de contaminación es una grave amenaza para la salud de los regatistas dado los elevados índices de virus, bacterias y otros organismos.

Las autoridades, sin embargo, dijeron que las condiciones del agua en el área en que se disputarán las competiciones no generan preocupación y que instalarán barreras para impedir que la basura llegue hasta las áreas navegadas por los regatistas.

«El Gobierno está trabajando para limpiar las áreas de la competición, pero queremos mucho más que eso. Queremos un compromiso del Gobierno de que limpiará toda la bahía» , aseguró la regatista Isabel Swan, que representó a Brasil en los Juegos Olímpicos de Pekín y hoy participó con su velero en la protesta.

La organización Bahía Viva, que ideó el desfile y reúne a ecologistas, pescadores y regatistas que usan la bahía, la descontaminación no puede limitarse a las áreas que serán usadas en los Juegos Olímpicos.

«La limpieza es vital para que quienes practicamos deportes lo hagamos tranquilos y sin enfrentar basuras, pero también para garantizar la sanidad en los municipios ubicados en el fondo de la bahía, para que los pescadores garanticen su alimentación y para que los delfines vuelvan a una región que usaban para reproducirse» , afirmó Swan.

La regatista dijo que acudió a Copenhague para apoyar la candidatura de Río cuando el COI le adjudicó la sede de los Juegos porque creyó en la promesa de que la bahía sería descontaminada.

«El COI fue irresponsable cuando creyó en la promesa de las autoridades de Río de Janeiro. La meta de descontaminar el 80 % siempre fue una propaganda engañosa» , afirmó el ecologista Sergio Ricardo, uno de los fundadores de Bahía Viva.

Según el ecologista, tras más de 20 años de trabajos y 12.000 millones de reales (unos 3.430 millones de dólares) de inversiones tan sólo se ha limpiado la mitad de la bahía y difícilmente se descontaminará el otro 50 % en el año que falta para los Olímpicos.

«El Gobierno instalará barreras para que las basuras no lleguen al área de competiciones, pero no retirará las basuras flotantes que están en el fondo de la bahía» , dijo.

Fuente El Universal

Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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