Ante más de 58 mil personas, el ex fundador de Pink Floyd condenó las políticas xenófobas del candidato republicano Donald Trump, a quien ridiculizó mediante un espectáculo eminentemente político, que alcanzó su clímax cuando una frase extendida en tres pantallas iluminó la oscuridad del Foro Sol: «Trump, eres un pendejo».
Entre sonidos de cerdos, guitarras psicodélicas y luces multicolor, el músico británico se burló del magnate neoyorquino que amenaza con construir un muro en la frontera entre México y Estados Unidos si llega a la Casa Blanca.
«Eres una máscara», cantaba el bajista en Pigs, una de las canciones más esperadas de la noche, justamente por su carácter irreverente contra la tiranía de muchos gobernantes.
El concierto comenzó a las 9:27 pm al ritmo de Breathe. Todo fue júbilo, gritos y aplausos. Un joven sentado en las escaleras encendía un cigarro para inaugurar el gozo que estaba por venir.
Después siguieron dos canciones para fanáticos de cepa, que eran los menos: Set The Controls For The Heart Of The Sun y One Of These Days. Era una regresión de más de medio siglo, cuando los hippies, el amor libre, el LSD y Jimi Hendrix.
Nuevamente en la máquina del tiempo. Diez años más y ya sonaban Time, The Great Gig In The Sky y Us And Them, con coros casi celestiales que sosegaron a un público ansioso de más Dark Side Of The Moon.
Fue entonces cuando el hombre canoso del escenario tomó bandera. Fearless fue la canción que le sirvió de fondo para repudiar la creciente violencia racial contra la comunidad afroamericana en Estados Unidos.
En las pantallas aparecieron imágenes de Ferguson, con sus negros en las calles, protestando contra los policías que, dicen, los arrestan y asesinan sin motivo.
También brincaron imágenes del tema que más le duele a Europa: los refugiados. Y, por supuesto, no faltó la condena a Israel, país al que Waters acusa de segregar a la comunidad palestina.
«Gracias y bienvenidos, mis amigos», gritó el músico con voz entrecortada y ronca, confirmando lo que había reportado El Universal horas antes: «Roger Waters está enfermo de la garganta».
Unos segundos de silencio y había llegado el momento para Shine On You Crazy Diamond y la nostalgia insoslayable por Syd Barret, el verdadero motivo por el que Waters está aquí y ahora, ejecutando esas potentes líneas de bajo de Welcome To The Machine, que por momentos recuerdan más a una película futurista que a un concierto. Luego otra para fans: Have a Cigar.
Y el público con una inmensa nube de humo sobre sus cabezas.
En cuestión de minutos ya sonaba Wish You Were Here y las fotografías de Barret cubrían todo el escenario. Roger deseaba que él, su viejo y loco amigo, estuviera ahí, pero lo único que llegó fue un cerdo negro gigante levitando por los aires, en cuya piel se leía: «Fue el Estado».
Roger había comenzado la guerra.
Dogs y Pigs fueron las canciones que el británico eligió para lanzarse contra el establishment de la nación en la que reside. Minutos antes ya había dicho: «No queremos ese pinche muro que te separe de tu hermano, de tu madre, de todos nosotros».
El nuevo cerdo de Waters se llamaba Donald Trump.
La máquina del tiempo seguía su curso y había llegado a los menospreciados 80. Era el turno de The Wall, el último bastión de Pink Floyd. La piel se erizó con Mother y su sentimiento de balada, mientras que Run Like Hell exaltó las emociones con sus alusiones al gobierno mexicano en pantallas gigantes: «Renuncia ya». «No confíes en ellos».
ROGER WATERS
Pero nada como Another Brick In The Wall para tejer uno de los coros multitudinarios más potentes que se hayan escuchado en la Ciudad de México.
Los ánimos se desbordaban por los pasillos apenas transitables, atestados de vendedores de cerveza y uno que otro desubicado en busca de un baño.
Era ya casi la media noche cuando sonaron Brain Damage y Eclipse, que mostraron el lado más oscuro de la noche. Y de Waters, quien tomó un papel para decir en español las siguientes palabras:
«La última vez que toqué en el Foro Sol conocí a algunas de las familias de los jóvenes desaparecidos. Sus lágrimas se hicieron mías, pero sus lágrimas no traerán de vuelta a sus hijos.
Señor presidente: más de 28 mil personas han desaparecido durante su mandato desde 2012.
¿Dónde están todos? Usted no conoce el castigo más cruel. Toda vida es sagrada, no sólo la de sus amigos. La gente está lista para un nuevo comienzo. Es hora de destruir el muro que divide a los más ricos de los más pobres. Sus políticas han fallado. La guerra no es la solución.
Observe a su gente; los ojos del mundo lo están observando a usted».
«¡Asesino!», «¡Fuera Peña!», «¡Fuera Peña!», gritaba el público.
Bring The Boys Back Home cerró el concierto.
Fuente: El Financiero