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Opinión

Rompiendo las cadenas del Sur Global. Por Itali Heide

La pandemia de COVID-19 constituye una catástrofe humanitaria evitable, un duro recordatorio del fracaso de la arquitectura sanitaria mundial y de las deficiencias de la gobernanza sanitaria mundial. Esta crisis ha dejado al descubierto las profundas debilidades de la capacidad de los Estados para salvaguardar el derecho a la salud y cumplir con sus obligaciones de protección y cooperación internacional.
En ninguna parte es esto más evidente que en las flagrantes disparidades y desigualdades en el acceso a las vacunas entre el Norte próspero y el Sur marginado. Las consecuencias han sido devastadoras para el Sur Global, a pesar de la existencia de mecanismos como COVAX. Además, muchos países han faltado a sus deberes de solidaridad y ayuda internacional, recurriendo a acciones unilaterales y nacionalistas que dificultan la cooperación. En este enigmático panorama, exploramos los retos a los que se enfrenta el Sur Global en la respuesta mundial a la pandemia.

La división desigual

El Sur Global se ha llevado la peor parte de una distribución desigual de las vacunas, consecuencia de la disparidad global en el acceso. Las repercusiones son de gran alcance, y los países más vulnerables son los más afectados.
Las confiscaciones, el acaparamiento y las prohibiciones de exportación por parte de algunos países de la Unión Europea y Estados Unidos han exacerbado aún más esta injusticia, amplificando la presión sobre unos recursos ya de por sí limitados. Estos enfoques unilaterales y nacionalistas no sólo socavan las obligaciones extraterritoriales, sino que también impiden el cumplimiento del derecho humano a la salud, provocando una perjudicial escasez de vacunas.

Desvelando crisis cada vez más profundas.

La pandemia ha desenmascarado un complejo entramado de retos sanitarios, sociales, económicos, políticos y jurídicos, que han afectado de forma desproporcionada a grupos, colectivos y comunidades vulnerables. La ausencia de herramientas, procedimientos e instituciones coordinadas a nivel local, regional e internacional ha agravado el impacto de estas crisis.
Las repercusiones repercuten en todo el Sur Global, profundizando las disparidades existentes y exponiendo las vulnerabilidades subyacentes. Con este telón de fondo navegamos por la matriz de respuesta, caracterizada por la determinación, la dependencia y la falta de coordinación, influida por epidemias anteriores.

El auge de la excepcionalidad

La pandemia sirve como catalizador de medidas excepcionales que remodelan las políticas de salud pública, introduciendo la biomedicalización, la securitización y una mayor regulación en la vida cotidiana de los ciudadanos. Este cambio transformador pone en peligro las libertades individuales mientras se intenta combatir la crisis.
Ante este profundo desafío mundial, Medical Impact y The People’s Vaccine Alliance permanecen unidas, dispuestas a pasar a la acción. Los misterios de una catástrofe evitable se despliegan ante nosotros, revelando los fracasos del pasado. Pero nos negamos a ser cautivos de las sombras de la incertidumbre. En lugar de ello, avanzamos con determinación.
Mediante la unidad y la colaboración desvelaremos los misterios que nos acechan. Alzando nuestras voces, convocamos al mundo a unirse a nosotros en este momento crucial. Pongamos en tela de juicio el statu quo, hagamos frente a las desigualdades y allanemos el camino hacia una respuesta mundial más justa y resistente a las crisis futuras.

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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