Felix Baumgartner, el paracaidista austriaco que hizo historia en 2012 al convertirse en el primer ser humano en romper la barrera del sonido usando solo su cuerpo, falleció el jueves a los 56 años en un accidente de parapente en la costa este de Italia.
El incidente ocurrió en Porto Sant’Elpidio, donde el parapente en el que volaba se estrelló contra el costado de una piscina, según informaron cuerpos de emergencia italianos. El alcalde de la ciudad, Massimiliano Ciarpella, confirmó el fallecimiento a través de redes sociales y lamentó profundamente la pérdida: “Nuestra comunidad está profundamente afectada por la trágica desaparición de Felix Baumgartner, una figura de prominencia mundial, un símbolo de coraje y pasión por el vuelo extremo”.
Baumgartner se ganó el apodo de «Félix el Intrépido» tras protagonizar una de las hazañas más impresionantes de la historia de la aviación y los deportes extremos: un salto desde la estratósfera a más de 39 kilómetros de altura sobre el desierto de Nuevo México, en una cápsula elevada por un globo gigante de helio, como parte del proyecto Red Bull Stratos.
Durante su caída, alcanzó una velocidad máxima de 1,350 km/h, superando 1.25 veces la velocidad del sonido y convirtiéndose en el primer humano en lograrlo en caída libre. A pesar de entrar en una peligrosa barrena plana a velocidad supersónica que duró 13 segundos, logró estabilizarse y aterrizar sano y salvo tras nueve minutos de descenso.
“A veces tenemos que llegar muy alto para ver lo pequeños que somos”, declaró Baumgartner tras completar la misión que fue seguida en vivo por millones de personas alrededor del mundo.
Su salto también rompió el récord de altitud más alta para un paracaidista, anteriormente establecido en 1960 por Joe Kittinger, quien fue su asesor en la misión. Aunque ese récord fue superado en 2014 por el ejecutivo de Google, Alan Eustace, la hazaña de Baumgartner permanece como un símbolo de valentía, innovación y resistencia humana.
Además de su salto desde la estratósfera, Baumgartner realizó miles de saltos extremos desde aviones, puentes, rascacielos y monumentos emblemáticos, como la estatua del Cristo Redentor en Brasil. En 2003 cruzó el Canal de la Mancha con un ala de fibra de carbono, y en los últimos años se desempeñaba como piloto de helicóptero con el equipo The Flying Bulls en espectáculos aéreos en Europa.
Su legado permanecerá en la historia del deporte y la exploración humana como un ejemplo de audacia sin límites.