La detención de Duarte acalambró al país. Los altos capos de la política vieron, por fin, caer a uno de los suyos, en un proceso que cada vez se enreda y complica más, y del que se antoja difícil que el exmandatario veracruzano salga bien librado ya que si bien el sistema lo protege, la ciudadanía no sólo de su estado, sino de México entero, exige justicia con contundencia, y no faltará el candidato que se las ofrezca. Mejor ellos y a su modo.
PRI quiere ganar simpatías ante una elección que se avecina y en la que pinta que perderán. Las preferencias del electorado en Coahuila, Nayarit y el Estado de México van claramente en contra del PRI y están dispuestos a votar por lo que sea con tal de castigarlo. Por eso la detención en estos días y la curiosa celebración del partido del presidente por haber hecho lo que durante seis años no hicieron… según ellos, nunca notaron nada extraño.
¿Sigue César Duarte? Depende de muchas cosas. En primera se tanteará el agua a los camotes con la respuesta de la ciudadanía a la detención de Duarte. Los electores no están tan entusiasmados con la mera detención del ex mandatario, quieren una sentencia justa, un proceso que alcance a todos sus colaboradores y cómplices, y sobre todo que devuelva lo que se robó. También habrá que ver los casos particulares, pues si bien el Duarte de Chihuahua es acusado de delitos, el veracruzano se voló la barda con desvíos calculados en 180 mil millones de pesos, pero también por la desaparición de 15 mil personas.
No fue mera mala suerte. El hecho de que haya al menos una decena de ex gobernadores señalados por estos saqueos habla de un problema estructural en el país y en los estados, donde la división entre poderes quedó sometida y las instituciones locales no pudieron ni intentaron hacer nada contra el peso del ejecutivo. Nadie los obligó a rendir cuentas nunca, y ahora ahí están las consecuencias. Que no se repita.
El PRI los protege, aunque lo niegue. Resultan ridículas las felicitaciones de priistas al presidente y a la PGR por hacer, después de muchos recursos, oportunidades y vidas perdidas, lo que tenía que hacer desde un principio. Así es posible ver a personajes que se regocijan con la caída de un Duarte mientras afirman que al otro lo persiguen por tirria y bullying, que es un perseguido político, que pobrecito.
Tricolores se traicionan. Si bien el PRI parecía un grupo solidísimo y disciplinado, esto era sólo mientras convenía y al menos en los años recientes se ve a cada vez más priistas contestones, unos pocos por verdadera convicción y ánimo de reorientar a su partido, la mayoría por simple oportunismo político, sobre todo cuando Morena que se vende como imparable los recibe con los brazos abiertos. Ya pocos dudan que Jaime Herrera es el ‘Judas’ del duartismo, y hay tanta división interna que ni han podido lamerse las heridas tras la paliza electoral. Hay guerra en casa.
Y se ponen solitos en la mira. Así se han visto los amparos tramitados por personajes cercanos al ex gobernador César Duarte, quienes quedaron con estrés postraumático tras la detención de tres reconocidos personajes quienes desde entonces viven a la sombra. Lo curioso es que sobre muchos de ellos ni investigación había, pero ya despertaron sospechas y llamaron la atención sobre supuestos ilícitos. Esto es lo que dice la raza malpensada, otros creen que es simplemente curarse en salud para dormir tranquilos o una precaución que no está de más. Ampararse no es delito.
Desaparece cuadro de María Félix. El exgobernador lo habría recibido del ya fallecido Juan Gabriel, ya sea como venta o regalo, pero a pesar de los allanamientos a sus espacios y viviendas, nada se sabe de la obra que forma parte de la historia artística de nuestro país. Los hijos del cantante afirman que el cuadro estaba inventariado en el testamento, y ya no saben de su paradero.
Violencia imparable, y viene lo peor. Así parece con el enésimo reacomodo de cárteles, que de nuevo acaparan territorios a balazos mientras se sostiene una cada vez más insostenible y ridícula guerra que no deja más que muertos, peligros y problemas para la ciudadanía… y ganancias para unos cuantos vivales. Se habla mucho del tema, pero no se ven ni coordinación ni acciones.
Iglesia y colectivos gays… nada para nadie. El gobernador Javier Corral ya no halla cómo darle gusto a posturas tan contrarias respecto a los derechos y libertades del colectivo gay, que exige gozar de los mismos derechos que cualquier otro ciudadano, mientras grupos políticos al interior de iglesias como la católica se empeñan en negárselos amparados en sus interpretaciones religiosas.
Javier Corral cede un poquito para todos. Así lo hizo al anunciar que mientras no haya un mandato constitucional de cambiar las actas de nacimiento seguirán diciendo “papá” y “mamá” de acuerdo con las obsesiones de algunos sectores, pero el matrimonio entre personas del mismo sexo no retrocedió ni tantito, con lo cual se busca una postura salomónica que deje el menor número de ensangrentados por el camino. Los sectores conservadores tienen esperanza en hacerse propaganda y ocupar los espacios de poder que está por dejar el PRI ¿o alguien lo duda?
La Sierra está en un espiral de abandono. Inundada de miseria, criminales y olvido, la situación de esta región lejos de resolverse, se agrava. Un ejemplo son las instituciones que se atreven a aventurarse a estas zonas con el riesgo de acabar como los funcionarios electorales ejecutados, o al menos amenazados como lo han sido los estudiantes de medicina o profes que acuden a trabajar para mejorar las condiciones en esas zonas, pero nomás no los dejan.
Los normalistas están entre la espada y la pared ya que por un lado deben cumplir con sus seminarios de capacitación en las principales ciudades del estado, mientras cumplen con sus grupos en las comunidades más desfavorecidas y alejadas. El don de la ubicuidad es materia pendiente y por tanto están tensos con las autoridades educativas que podrían sancionarlos por cumplir con su obligación de enseñar antes que aprender. Las dos no se pueden así como los tienen.
Los pasantes de medicina también están aterrados. Después de los enfrentamientos entre grupos rivales, los jóvenes, aislados y sin experiencia, son secuestrados para atender a los heridos de una guerra que no es suya, y son amenazados de muerte si no salvan la vida de los criminales, algo que sin duda intentan pero no siempre es posible lograr. Las autoridades sencillamente se hacen como que el viento sopla y ya.