Con apenas un mes de haber asumido el cargo como titular de la Secretaría de Educación, José Miguel Salcido presentó su renuncia para volver a la presidencia del Supremo Tribunal de Justicia del Estado. Su argumento fue que su suplente no estaba haciendo bien las cosas y que el changarro estaba entrando en un retroceso con la pausa y cancelación de algunos proyectos.
El anuncio puso los pelos de punta en el Tribunal, en Educación y en Palacio de Gobierno, pues lo hizo dos días antes de iniciar el nuevo ciclo escolar y en medio de un remolino de cambios y próximas elecciones que trae vueltos locos a todos. Salcido esperaba poder retomar su lugar sin problemas, pero se topó con pared y los magistrados rechazaron su regreso y ratificaron a su suplente Gabriel Sepúlveda con 22 votos a favor y sólo dos en contra.
Salcido asegura que pidió una licencia temporal de seis meses, por lo que no podrían negarle el regreso, pero lo que argumentan del otro lado es que fue permanente y si quiere volver no será como presidente sino como un magistrado cualquiera. No obstante, en manos del Congreso del Estado quedará la decisión final. Salcido se amparará.
Este temblor dentro del Judicial lo achacan a la intromisión de César Duarte, quien desde su llegada al Gobierno del Estado ha hecho y deshecho no sólo en el STJE sino también en el Congreso, en Rectoría de la UACh y UACJ y en diversos Colegios de profesionistas y grupos empresariales. Aseguran que fue el que metió a Javier Ramírez Benítez como anterior presidente y a quien lo traía del tingo al tango en todos sus eventos protocolarios.
También que fue Duarte el encargado de jubilar a 10 magistrados, de emprender auditorías contra varios funcionarios del STJE, de crear dos salas regionales en su amado Parral y en apropiarse del 50 por ciento de las magistraturas para meter a sus conocidos que ni carrera ni experiencia tenían.
La última fue la invitación a Salcido de dejar su puesto como presidente de la STJE y tomar la Secretaría de Educación, dicen que esto como respuesta a su negativa de firmar el finiquito de las tan esperadas obras de la Ciudad Judicial a nombre de Everardo Medina. Parece que la jugada de ajedrez no salió como lo esperaba ninguna de las dos partes.
Un albazo se dio ayer con la designación por dedazo de Norma Gómez como presidenta del Colegio de Periodistas de Chihuahua, una organización que desde hace años ha venido sufriendo una grave degradación, pero que por fin tocó fondo.
Fue hace meses que se dio una álgida elección entre las planillas encabezadas por Carlos Coria Rivas y Osbaldo Salvador Ang, donde luego de años de apatía de pronto a todo mundo le interesó el Colegio y comenzaron a darse hasta por las orejas, con campañas de correos directos y anónimos, desprestigio en columnas y hasta amenazas por Whatssapp.
Ambos grupos empujaron con todo y lo que debió ser una simple elección en la que uno gana y otro se suma, se convirtió en una lucha de egos añejos entre los integrantes, que culminó con la derrota de Salvador, quien si bien en principio reconoció y se sumó, luego llevó el caso ante instancias legales, aprovechando su formación y trayectoria como abogado.
Osbaldo insistió en que era urgente sanear las finanzas y reordenar los estatutos, cuestión en la que la mayoría de ambos bandos estuvieron de acuerdo, pero fueron precisamente estas triquiñuelas la debilidad del Colegio, y luego de presiones y hasta amenazas, Carlos Coria renunció a las pocas semanas de haber sido elegido, pero no oficialmente, sino con un simple distanciamiento y un rezongo en su perfil de Facebook. Desde entonces nada se volvió a saber de él.
Fue precisamente esta forma de renunciar y los vicios e irregularidades que existían en el Colegio las que le dieron pauta a Salvador de impugnar la elección, formar una mesa directiva interina con empleados y cercanos, y desde entonces el Colegio de Periodistas de Chihuahua se divide entre quienes se hacen llamar CoPer y Colpechi, dos abreviaturas para el mismo nombre.
El asunto fue a parar a profesiones, donde permanece paralizado, mientras el Colpechi se preparaba para convocar a nuevas elecciones (pues en la rebatinga se les fue el año), en las cuales votarían todos y se asumiría al presidente favorecido por las mayorías, pero antes de que saliera la convocatoria y se presentaran planillas, en Palacio se llevó a cabo una ceremonia en la que Norma Gómez fue nombrada presidenta, sin elección o proceso alguno que la respaldara más que la “legitimidad” de ser reconocidos por el gobernador César Duarte.
Entre los miembros del Colpechi (opositor a Salvador) no se hicieron esperar los reclamos, al considerar que Palacio interviene, como ya lo hizo en los poderes judicial y legislativo, cámaras empresariales como Canaco, universidades como la UACh y la UACJ, y hasta partidos aliados y de oposición, donde el equipo Duartista se ha ido imponiendo de una forma o de otra.
Sin embargo, llama la atención el silencio de algunos expresidentes del Colegio de Periodistas de Chihuahua, quienes no han dicho ni pío ni han querido moverle un centímetro a la grilla, mucho menos contestar las acusaciones de malversación de recursos y chayotaje, lo cual hace sospechar a los malpensados que no son del todo infundadas, e incluso hay casos muy conocidos de descarados desfalcos.
Ante este vacío en el gremio, han surgido iniciativas como la Red Libre Periodismo, encabezado por la reconocida periodista y corresponsal de Proceso, Patricia Mayorga, la cual mientras en el Colegio se daban hasta con la cubeta, organizaba un taller de periodismo impartido ayer mismo por la internacionalmente reconocida periodista chihuahuense Marcela Turati, quien hace poco fue galardonada con el prestigioso premio al periodismo Gabriel García Márquez. En fin, entre pleito y pleito, el gremio periodístico de Chihuahua da muestra de ser un ejemplo… un ejemplo de la descomposición política, ética y profesional que invade a casi todo en la entidad.