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SEP pide no temer al retorno a clases; habrá filtros en las escuelas

Esteban Moctezuma Barragán, titular de Educación Pública (SEP), reiteró que el regreso a clases solo se dará cuando el Semáforo de Alerta del COVID-19 esté en color verde, e informó que en todos los centros escolares habrá filtros para evitar contagios del virus, por lo que pidió a la población no temer por este retorno.

En conferencia de prensa, el secretario recordó que antes de salir de clases por la pandemia, en los planteles educativos se crearon comités escolares de salud, quienes se encargarán de la limpieza de los centros de enseñanza.

«El regreso a clases será hasta que sea seguro y para que sepamos que es seguro está el semáforo y la etapa verde del semáforo es el regreso de la escuela, eso quiere decir que están condiciones para regresar de manera segura y además tendremos un proceso de limpieza de las escuelas, afortunadamente con una buena limpieza con agua y jabón, se logra prevenir la supervisión del virus.

«Por otra parte, tenemos filtros en las escuelas. El primer gran filtro será el de la familia, les vamos a pedir a las familias que antes de dejar a sus hijos en las escuelas chequen ciertos signos, la temperatura, que no tengan ninguna manifestación de enfermedad y en la escuela va haber otro filtro de la propia escuela, antes de salir creamos en toda las escuelas comités escolares de salud y quienes se van a encargar de la higiene escolar y de estos procesos de filtrado, de manera no hay nada que temer, se va a regresar con toda seguridad, con cuidado».

Moctezuma Barragán indicó que debido a la pandemia habrá medidas de higiene que llegaron para quedarse y que podrán prevenir otros contagios, como el de la influenza.

Fuente: EL Informador

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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