Ciudad de México.– La presidenta Claudia Sheinbaum aseguró este jueves que el gobierno mexicano no busca un conflicto diplomático con los países afectados por las nuevas medidas arancelarias, entre ellos China, tras el anuncio de un incremento de hasta 50% a las importaciones de vehículos provenientes de esa nación.
“Lo que queremos es poder discutir las cosas sin necesidad de generar ningún conflicto”, afirmó en conferencia de prensa matutina. La mandataria explicó que las medidas forman parte de una estrategia industrial para fortalecer la capacidad productiva nacional y no de una concesión hacia Estados Unidos, como señalaron algunos analistas. Recordó que el plan había sido presentado incluso antes de la elección del presidente Donald Trump en 2024.
El miércoles, el gobierno federal anunció la aplicación de aranceles a cientos de productos, entre ellos los automóviles de origen chino, en un paquete que impactará importaciones por 52 mil millones de dólares. La Secretaría de Economía justificó la decisión al señalar que los autos chinos ingresaban al mercado mexicano por debajo de los “precios de referencia”, lo que dificultaba la competitividad de la industria local.
China reaccionó a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores. El portavoz Lin Jian expresó que espera que ambos países puedan trabajar en conjunto, aunque reiteró el rechazo de su gobierno a restricciones “bajo diversos pretextos”, advirtiendo que salvaguardará sus intereses.
De enero a agosto de este año, China exportó a México más de 177 mil automóviles y camionetas ligeras, de acuerdo con datos del INEGI, consolidándose como el principal proveedor externo. General Motors fue la compañía que más vehículos envió desde sus plantas chinas, destacando el Chevrolet Aveo, además de pickups, vans y SUV.
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) respaldó la medida al considerar que garantiza condiciones de competencia justa y permitirá generar más empleos y beneficios para los consumidores. México es uno de los principales fabricantes de automóviles del mundo, con gran parte de su producción destinada a Estados Unidos, aunque también importa cientos de miles de unidades cada año.
Con esta política arancelaria, el gobierno busca blindar a la industria nacional ante el crecimiento acelerado de las importaciones chinas, al tiempo que intenta equilibrar las presiones comerciales con Washington y mantener el diálogo abierto con Pekín.