En un Zócalo capitalino colmado de simpatizantes, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó este domingo su primer informe de gobierno, a un año de haber asumido la Presidencia de México. El evento, que reunió a gobernadores, funcionarios federales y militantes de Morena, marcó el cierre de una gira por diversos estados donde la mandataria expuso los avances de su administración.
Desde el templete instalado frente a Palacio Nacional, Sheinbaum lanzó un mensaje de firmeza contra la corrupción y los privilegios del pasado. “En este México nuevo, la honestidad no es la excepción, es la regla. Quien traicione al pueblo, quien robe al pueblo, enfrenta la justicia”, afirmó con énfasis, en alusión a los recientes casos de enriquecimiento y abusos dentro de su propio movimiento.
La presidenta contrastó su gobierno con los regímenes anteriores, a los que calificó como “la oscura noche del neoliberalismo”, un periodo —dijo— donde los presidentes vivían “rodeados de lujos y alejados de la gente”. Subrayó que “el poder no es para enriquecerse, es para servir con humildad”, y sostuvo que los recursos públicos deben destinarse a programas sociales y obras estratégicas que fortalezcan el desarrollo nacional.
El discurso se dio en medio de un ambiente político tenso, marcado por las acusaciones de corrupción que pesan sobre exfuncionarios y figuras de Morena. Entre ellos, Adán Augusto López Hernández, actual senador y exsecretario de Gobernación, señalado por presunto enriquecimiento ilícito; Andy López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, criticado por sus viajes de lujo a Japón; y altos mandos navales implicados en el llamado “huachicol fiscal”.
Pese a las controversias, Sheinbaum buscó reforzar la narrativa de continuidad con el proyecto político de la llamada Cuarta Transformación, destacando la importancia de la honestidad, la austeridad y la justicia social como pilares de su administración. Su mensaje, pronunciado frente a una multitud que coreaba consignas en su apoyo, marcó el tono político de un gobierno que enfrenta el reto de mantener la credibilidad en medio de crecientes cuestionamientos por la conducta de algunos de sus aliados más cercanos.