Este 1 de septiembre, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentará su primer informe de gobierno en un formato sobrio y con acceso restringido, muy distinto a los actos multitudinarios de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con lo establecido en el artículo 69 de la Constitución, Sheinbaum enviará por escrito al Congreso de la Unión el documento que detalla el estado que guarda la administración pública federal. La encargada de entregar el informe será la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, quien acudirá en representación de la mandataria para cumplir con el trámite formal ante los legisladores.
Posteriormente, alrededor de las 11:00 de la mañana, Sheinbaum dirigirá un discurso desde Palacio Nacional, acompañada por los integrantes de su gabinete ampliado, empresarios, representantes de comunidades indígenas y distintos sectores sociales. Entre los invitados también figuran los nueve ministros electos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quienes rendirán protesta por la noche en el Senado.
La presidenta optó por un esquema que contrasta con el último informe de López Obrador en 2024, cuando el entonces mandatario encabezó un evento masivo en el Zócalo capitalino ante miles de simpatizantes. Sin embargo, el formato elegido por Sheinbaum guarda cierta similitud con el primer informe de López Obrador en 2019, también realizado en Palacio Nacional ante un grupo reducido de invitados.
Cabe recordar que el expresidente presentó cuatro de sus seis informes en Palacio Nacional, dos de ellos marcados por las restricciones de la pandemia de Covid-19, otro en Campeche durante la supervisión del Tren Maya, y solo en su último año recurrió nuevamente a la plaza mayor de la Ciudad de México.
Sheinbaum, por su parte, ya había utilizado la explanada del Zócalo para enviar un mensaje político el pasado 12 de enero, con motivo de sus primeros 100 días de gobierno, en un acto que replicó el estilo de movilización popular de su predecesor.
Con este primer informe, la presidenta busca marcar un contraste con López Obrador al priorizar un espacio institucional y más controlado, aunque sin dejar de mantener la narrativa de cercanía que la llevó a presentarse previamente en la plaza pública más emblemática del país.