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Sheinbaum y Xóchitl Gálvez culminan sus precampañas por la presidencia

Claudia Sheinbaum optó por cerrar su precampaña en el Monumento a la Revolución, mientras que Xóchitl Gálvez eligió la Arena Ciudad de México.

Ciudad de México.- Los tres aspirantes presidenciales en México cerraron sus precampañas este jueves con el calendario fijado por el Instituto Nacional Electoral (INE), que paraliza los actos proselitistas hasta el 1 de marzo, y con la candidata del oficialista Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Claudia Sheinbaum, como favorita en las encuestas.

Aunque este periodo está pensado para que los partidos celebren “procesos internos” para escoger las candidaturas, según las normas del INE, tanto el oficialismo como la plataforma opositora «Fuerza y Corazón por México», encabezada por Xóchitl Gálvez, nombraron a sus precandidatas en septiembre.

De este modo, las precampañas se han convertido en los primeros escaparates rumbo a las presidenciales del próximo 2 de junio.

Sheinbaum, que lidera la alianza de Morena con el Partido del Trabajo (PT) y el Verde Ecologista de México (PVEM), eligió el Monumento a la Revolución, en la Ciudad de México, para cerrar su precampaña.

Aunque el cierre oficial de la precampaña iniciada el pasado 20 de noviembre es este jueves, Gálvez, la cabeza de lista de ‘Fuerza y Corazón por México’, culminó sus primeros meses de batalla electoral el domingo en la Arena Ciudad de México.

En un acto que arrancó con música en directo, la precandidata de la alianza del Partido Acción Nacional (PAN), del Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD) desafió a su rival principal, Sheinbaum, a verse en los debates “si le dan permiso”, en alusión al actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y su influencia sobre Morena.

Por su parte, el precandidato de Movimiento Ciudadano (MC), Jorge Álvarez Máynez, quien figura en tercer lugar en las encuestas, saldrá de la capital y celebrará en la Explanada Cultural de Monterrey el final de su breve precampaña.

Máynez fue nombrado el pasado miércoles, un mes después de que su predecesor, Samuel García, tuviera que regresar a su cargo como gobernador del estado de Nuevo León (norte de México) porque el Congreso estatal le impidió designar a su reemplazo.

México tendrá las elecciones más grandes de su historia el 2 de junio, cuando más de 97 millones de mexicanos están llamados a renovar 20.375 cargos federales, incluyendo la presidencia, los 500 escaños de la Cámara de Diputados y los 128 del Senado, así como nueve gobiernos estatales.

Las últimas encuestas, publicadas a comienzos de mes por el diario El Financiero, sitúan a Sheinbaum como clara favorita con el 52 por ciento de las preferencias de voto ante el 30 por ciento de Gálvez, seguidas de lejos por el candidato de MC con un 7 por ciento.

EFE

Opinión

No hay olvido. Por Raúl Saucedo

Decreto historico

En el inicio de la nueva administración el viento fue favorable para la historia, pareciera como si los susurros de miles se desplegarán nuevamente con consignas viejas (algunas de ellas vigentes aun). Las voces calladas, los estudiantes que un día alzaron la mano y fueron devorados por el silencio impuesto por el sistema, rondaban una vez más en el aire de la Ciudad de México. Fue este miércoles 2 de octubre y primer día del gobierno de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, que en su primera conferencia de prensa, el pasado alcanzo a el presente, y en las palabras de la mandataria, las heridas de una nación se reconocieron a sí misma.

Claudia Sheinbaum firmó su primer decreto, uno que no solo hablaba de justicia, sino que invoca el espíritu de un país que nunca dejó de recordar. El decreto, cual conjuro añorado, establecía que lo ocurrido el 2 de octubre de 1968, en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco, debía ser reconocido por lo que siempre había sido: un crimen de lesa humanidad. Aquella masacre, que se llevó consigo los sueños, proyectos y las vidas de estudiantes que exigían ser escuchados, eran ahora un grito de una «hija del 68».

La madre de la científica, una profesora del Instituto Politécnico Nacional (IPN), había estado allí, en medio del fuego cruzado, ayudando a los estudiantes. Por ello, este decreto no solo era una formalidad gubernamental; era un mandato del alma, un lazo entre generaciones que compartían el mismo anhelo de justicia. Como presidenta y como hija, Sheinbaum decidió que las heridas abiertas debían sanar, y la única manera de iniciarlo  era a través del reconocimiento y la memoria.

El decreto, que será publicado en el Diario Oficial de la Federación, no sólo reconoce en sus letras el terror de ese día, sino que también exige que el Estado Mexicano, pidiera una disculpa pública. En su texto, Sheinbaum dejó en claro que el gobierno que ella encabezaba asumía una responsabilidad moral y política frente a los hechos de 1968. En su calidad de jefa suprema de las Fuerzas Armadas, giró una orden tan solemne como tajante: “Nunca más”. Las estructuras militares, que un día arrebataron futuro no volverían a ser usadas contra el pueblo de México.

La plaza de Tlatelolco, donde la loza fue teñida de rojo, ya no era solo un lugar físico; se había convertido en un símbolo eterno de resistencia. Aquellos que perdieron la vida allí, cuyas voces aún resuenan entre los ecos de los edificios grises, recibían un aliciente histórico desde el poder. La secretaría de gobernación pronunciaba en nombre del Estado Mexicano la disculpa pública. Las palabras salieron con el peso de una historia no contada, pero conocida por todos. “Este crimen de lesa humanidad fue ideado, ejecutado y encubierto desde la más alta autoridad del poder público”. Y el aire, pesado y denso, pareció asentir.

El expresidente Gustavo Díaz Ordaz, el hombre detrás de la represión, había asumido en su momento la responsabilidad total de la masacre, pero no era suficiente. La sangre derramada no se limpia con palabras dichas en soledad. El proceso debía ser colectivo, debía involucrar a un país entero dispuesto a enfrentar su pasado. La disculpa no era solo para los muertos, sino también para aquellos que aún buscan en sus sombras una respuesta, una redención.

El 2 de octubre de 1968 no fue solo una fecha, fue un punto de inflexión en la historia de México. En aquel entonces, el país se preparaba para recibir los Juegos Olímpicos, y el gobierno de Díaz Ordaz temía que la imagen de estabilidad y orden que se querían proyectar al mundo de México se viera empañada por un movimiento estudiantil que desafiaba las estructuras del poder. Pero la represión no trajo paz sino dolor, y el país nunca fue el mismo.

Ahora, México bajo el mandato de la científica, los ecos de aquel octubre resuenan con fuerza, pero no con miedo. El decreto, firmado en el 56º aniversario de la masacre, es un llamado a la memoria, una advertencia al futuro. Nunca más se permitirá que el poder sea usado para silenciar al pueblo. La disculpa pública es un recordatorio de que la historia no se olvida.

Mientras la algarabía social y colectiva está atenta al inicio del gobierno de la primera mujer presidenta de este país, esté Chihuahua con espresso en mano espera con la firma plazmada la sanación familiar, histórica y social de lo que sucedió en el homónimo edificio

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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