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Opinión

Sicarios de la verdad. Por Javier Contreras

“La batalla política en la era de la información se está librando también con la desinformación”

– Fundación Libertad y Desarrollo   

¿Qué tanta distancia hay entre una simple e inocente huella digital que ponemos en un documento como identidad intransferible y a perpetuidad a la era actual del sicariato digital?, ¿se puede acaso “asesinar” en las redes o destruir famas por contrato?

Increíble que en las redes social puedan convivir víctimas y victimarios: unos haciendo su trabajo de depredadores digitales montando campañas de desinformación, destrozando la verdad, confundiendo con mentiras a medias y creando falsas verdades y otros, incautos y de buena fe, pensando que la “era de la información” es la etapa de mayor transparencia y acceso a la verdad. Todavía hay resistencia a aceptar que las falsas y tendenciosas noticias invaden las redes, donde asolan sicarios digitales que su contrato de negocio es falsear y confundir a petición de su cliente.

Hace apenas ayer que el valor que tenia nuestro dedo pulgar (o gordo) era poder plasmar nuestra firma con la yema entintada. Para las personas analfabetas era la solución de poseer una marca única e irrepetible y en lugar de escribir el nombre, se imprimía “la huella digital o dactilar”.

Esas huellas se forman desde la semana 19 de gestación en el vientre materno y permanecerán inalterables toda la vida. Otros de los milagros de la vida y de la procreación de hijos. No existen dos personas que tengan las mismas huellas dactilar o digitales, aunque sean madre e hijo, e inclusive en el caso de los gemelos que se forman en la misma matriz y al mismo tiempo, sus huellas son diferentes.

Esas huellas son descritas por la dactiloscopía como la estructura formada en la yema de los dedos por crestas, que son las glándulas de secreción de sudor situadas en la piel. Se consideran científicamente un identificador único y lo usa la biometría para el reconocimiento físico o biológico en identificar a una persona. Es lo que tenemos muy nuestro, único y diferente a todos los demás, por eso el área forense y criminológico la usa para confirmar identidad de un cuerpo. Existe el dato de que el dedo meñique y el anular, son los que tienen la huella digital mejor.

Si la huella digital la usamos para registrarnos en un banco y registrarnos en relojes checadores, en los trámites de una visa o como la primera identificación al nacer que plasman los cinco dedos y hasta la planta del pie, también se utiliza para “fichar” a delincuentes cuando a las fotos de frente y de perfil, anexan las huellas de los diez dedos que van a servir de manera fehaciente de quien se trata y será identificable hasta su muerte. En las escenas de un crimen lo primero que intentan captar y registrar los investigadores son muestras de las huellas dactilares de los autores de un delito o crimen, porque será un elemento indispensable para sustentar pruebas contra los autores. Por eso, muchos delincuentes se aseguran de utilizar guantes para no dejar rastros de identidad.

Magí Camps, en un artículo de La Vanguardia[i], escribe que las palabras que están en el origen de dactilar y digital son daktylos y digitus, y las dos significan lo mismo: dedo. La primera es griega, de donde pasa al latín y la segunda arranca en el latín.

Del latín digitus tenemos hoy el popular dedo y el culto dígito. Como con los dedos de las dos manos se cuentan los diez números del sistema decimal, los artilugios que funcionan con combinaciones de cifras son digitales. Un dígito es una cifra porque es uno de los diez dedos.   Tradicionalmente hemos llamado a la marca del dedo huella dactilar, aunque también podemos calificarla de digital. Los dos adjetivos son correctos.

Sin embargo, el término huella dactilar se ha generalizado como marca de los dedos, porque huella digital está adquiriendo un nuevo sentido, cada vez más extendido y necesario: el del rastro que dejamos en internet, mediante la actividad en webs y redes sociales. Cada vez hay más personas que piden a los grandes gestores digitales, como Facebook, Twitter, Instagram, etc. que borren definitivamente su rastro, su huella digital. Pero, ahora esos dos adjetivos que hasta funcionaban como sinónimos y habían andado juntos cuando se referían a las huellas de los dedos, ahora inician el camino del divorcio para que los hablantes tengamos claro si nos referimos a lo que marcan los dedos (dactilar) o a lo que marcan las máquinas con sistemas que combinan todo tipo de cifras (digital), acota Magí Camps.

Entonces, la huella digital es como el rastro que dejamos cuando navegamos por internet. Cada vez que se oprime el click del like en las redes sociales o se usa una aplicación en el teléfono, se deja información personal. En el uso de nuestros dispositivos digitales es donde se plasma una nueva huella digital que las aplicaciones van conformando en lo que llaman perfiles y lógicamente la información puede ser inmensa desde nuestras características de gustos o datos personales y demás.

La diferencia es que nuestra huella dactilar o digital la portamos nosotros en nuestros dedos. Los podemos proteger con nuestras manos, en los bolsillos o protegerlos con guantes y sólo exhibirlos cuando consideramos necesarios. En cambio, la huella digital que dejamos en la computadora y celular está expuesta a todo mundo lo que ha generado los llamados ciberdelitos que con nuestros datos falsean identidades y cometen extorsiones.

Otra diferencia es que las huellas dactilares no son desechables mientras que las huellas digitales pueden modificarse o alterarse. Por tal razón hay muchísimos perfiles falsos en la red y los pueden ir modificando según el uso que le quieran dar y por supuesto, reales o ficticios pueden ser extraídos.

A esa acción la identificamos como las hordas o depredadores digitales que se han apoderado de las redes sociales de donde surgen las campañas sucias o propaganda negra. La tecnología digital permite ahora, simular grandes “multitudes” seguidoras de un candidato, gobernante o de un producto comercial sin necesidad de acudir a reunir miles de personas físicas creando falsos perfiles, granjas de troles, compraventa de miles de supuestos seguidores.

El término sicario tomó notoriedad y se incorporó a nuestro lenguaje por el crimen organizado, a pesar de que la palabra es muy antigua y corresponde a personajes que reciben un pago por asesinar a alguien. Pues existen sicarios digitales, que son personas pagadas para hacer el trabajo sucio en internet para aniquilar reputación o fama de personas, para crear falsas noticias, para hacer daño moral o asesinar socialmente a quienes son las victimas designadas.

La Fundación Libertad y Desarrollo genera alertas sobre el sicariato digital debido a que en la era de la información la batalla política se está librando también con la desinformación, donde los victimarios son sicarios digitales, mercenarios o auténticos activistas.[ii]

¿Cómo identificar a un sicario digital? Por lo general la mayoría son anónimos, pero tiene a ser insistentes con sus temas, reciben retroalimentación de cuentas anónimas y por general tienen información rebuscada que, descontextualizada, apoya sus ataques.

En el análisis de la mencionada Fundación, establecen que las balas de los sicarios digitales pueden penetrar hasta cabezas preparadas y bien intencionadas y las estrategias son variadas que van desde sutiles mensajes lanzados al aire, hasta sofisticadas campañas digitales. Al sicario digital le interesa insertar en el receptor incauto una duda lo suficientemente razonable sobre una persona o una causa para lograr una reacción y con esas campañas logran paralizar importantes discusiones de política pública o minar reputaciones.

La reflexión es que debemos estar alertas. No todo lo que brilla es oro y por más deslumbrados que estemos por los avances de la tecnología, debemos mantener la razón y atención despierta. Si bien son muchos más los buenos que los malos, el riesgo es que los malos actúan para hacer el mal y los buenos son las víctimas.

[i] CAMPS, Magi, (2016) ¿Dactilar o digital?, La Vanguardia, España,

https://www.lavanguardia.com/vida/20160516/401820308426/dactilar-o-digital.html

[ii] Sicariato Digital (2017) http://repubica.gt/2017/07/27/sicariato-digital/

jcontreraso@uach.mx

Opinión

Faroleando. Por Raúl Saucedo

Bluf entre discursos

El póker y la geopolítica comparten una característica esencial: el arte del engaño. En ambos, el «bluf» (la capacidad de proyectar una imagen de fuerza o determinación que no se corresponde con la realidad) puede ser una herramienta poderosa para obtener ventajas.
Los líderes mundiales, al igual que los jugadores de póker experimentados, recurren al «bluf» para mejorar sus posiciones estratégicas, económicas e incluso militares.
Un ejemplo clásico es la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962. Tanto John F. Kennedy (USA) como Nikita Khrushchev (URSSS) utilizaron el «bluf» para presionar al otro. Kennedy, al imponer un bloqueo naval a Cuba, proyectó una imagen de firmeza dispuesta a llegar a la guerra. Khrushchev, por su parte, faroleó con la capacidad nuclear soviética, amenazando con una respuesta devastadora. En realidad, ambos líderes buscaban evitar un conflicto nuclear, pero el «bluf» les permitió llegar a un acuerdo que satisfizo, al menos en parte, sus intereses.
El «bluf» no se limita a situaciones de crisis. En el ámbito económico, los países pueden utilizarlo para obtener mejores condiciones en negociaciones comerciales. Un gobierno puede amenazar con imponer aranceles a productos extranjeros, a sabiendas de que dicha medida perjudicaría también a su propia economía. Sin embargo, la amenaza, si se percibe como creíble, puede ser suficiente para que el otro país ceda en sus demandas.
En el ámbito militar, el «bluf» puede consistir en exagerar la capacidad bélica propia o minimizar las debilidades. Un país puede realizar demostraciones de fuerza (desfiles militares, pruebas de misiles) con el objetivo de disuadir a potenciales adversarios. Esta estrategia, conocida como «disuasión por el miedo», se basa en la idea de que un enemigo percibido como poderoso será menos propenso a atacar.
Sin embargo, el «bluf» es una herramienta arriesgada. Si se descubre el engaño, la credibilidad del líder o del país puede verse gravemente dañada. Un «bluf» fallido puede incluso provocar el efecto contrario al deseado, incentivando al adversario a actuar de forma más agresiva.
En la era de la información, el «bluf» se vuelve aún más complejo. La proliferación de medios de comunicación y redes sociales dificulta controlar la narrativa. Un «bluf» puede ser rápidamente desmentido por periodistas, analistas o incluso ciudadanos con acceso a información.
A pesar de los riesgos, el «bluf» seguirá siendo una herramienta fundamental en la geopolítica. En un mundo donde la información es poder, la capacidad de manipular la

percepción de la realidad puede ser la clave para alcanzar los objetivos de una nación. Los líderes mundiales, como jugadores de póker con las cartas boca abajo, continuarán faroleando en el escenario mundial, buscando obtener la mejor mano posible para sus países.
La aportación de esta semana viene a colación de los últimos acontecimientos de la semana donde las declaraciones del próximo presidente de USA ha causado que el bluf internacional crezca con fines de negociación tanto económicos como militares.
A 5 semanas de que acabe el año y el próximo 20 de enero a la vuelta de la esquina, el Faroleo en el poker internacional está subiendo las apuestas, mientras tanto los jueves de flamenquito aligeran la incertidumbre de lo que viene.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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