Conecta con nosotros

Opinión

Sin miedo, sin arancel. Por Caleb Ordoñez T

Published

on

Pero contra todo pronóstico, la presidenta mexicana logró una tregua de 90 días, sin ceder soberanía ni aceptar condiciones humillantes. Lo hizo con diplomacia, temple y una estrategia que lleva construyendo desde que asumió el poder hace casi 10 meses.

Trump volvió a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025 y, fiel a su estilo, no tardó en encender alarmas. Desde marzo, su equipo comercial empezó a redactar órdenes ejecutivas dirigidas directamente a México. Para Trump, nuestro país sigue siendo una pieza electoral útil: frontera, migrantes, fentanilo y “dumping comercial”.

En abril, notificó formalmente su intención de aplicar un arancel del 30% a productos mexicanos, lo que afectaría más de 240,000 millones de dólares en exportaciones anuales, según datos del U.S. Census Bureau. Solo el sector automotriz habría perdido más de 700,000 empleos directos en México y puesto en jaque al mismo tiempo a empresas de Texas, Michigan y California.

Desde entonces, Sheinbaum optó por una estrategia poco vista en años recientes: ni confrontación abierta ni sumisión callada. Comenzó una negociación silenciosa pero firme, fortaleció vínculos con el Congreso estadounidense, activó su equipo económico y desplegó a la canciller Alicia Bárcena y al embajador Moctezuma Barragán como piezas clave.

La llamada de firmeza y estrategia

La llamada telefónica de este miércoles fue directa: sin rodeos, sin dramatismos, pero también sin concesiones fáciles. Sheinbaum pidió espacio para soluciones reales y propuso mesas de trabajo trilaterales (Estados Unidos, México y sector privado) con resultados medibles.

Trump, aunque reacio al principio, terminó aceptando una prórroga de 90 días antes de activar los aranceles, siempre y cuando México muestre avances en tres frentes:

1. Mayor control migratorio en la frontera sur, con más despliegue operativo y filtros biométricos para tránsito irregular.

2. Acceso preferente a recursos energéticos mexicanos, incluyendo litio y gas, para empresas con capital estadounidense.

3. Mejoras en trazabilidad laboral y ambiental en productos de exportación, principalmente en textiles, agroindustria y manufactura pesada.

Un actor determinante en esta victoria diplomática es Ronald Johnson, embajador de Estados Unidos en México desde febrero de este año. Con experiencia previa en comercio exterior y un canal directo con el yerno de Trump, Jared Kushner, Johnson fue el artífice de la línea de confianza que permitió esta llamada.

Desde marzo, Johnson suavizó posiciones en la Casa Blanca, convenciendo al entorno de Trump de que una guerra comercial con México afectaría directamente a sus electores industriales. El rol del embajador ha sido tan silencioso como estratégico

Los 90 días, ¿tregua o cuenta regresiva?

Aunque la suspensión temporal de los aranceles se celebra como una victoria técnica y diplomática, el gobierno mexicano sabe que el reloj ya está corriendo. Los próximos tres meses serán clave para presentar resultados, cerrar acuerdos y contener a un Trump cada vez más impredecible, sobre todo rumbo a las elecciones de medio término de 2026.

Para Sheinbaum, es también la oportunidad de consolidarse como líder global, capaz de dialogar de tú a tú con las potencias, sin servilismo ni estridencias. Su estilo —científico, racional, pero firme— parece haber desconcertado a Trump, acostumbrado a presidentes mexicanos que se doblaban o gritaban. Ella no hizo ninguna de las dos.

Ayer, México logró que la economía no se incendiara, que el peso no se desplomara, y que el diálogo se impusiera al capricho. No es poca cosa.

La diplomacia del siglo XXI no se juega en las cumbres, sino en llamadas de alto voltaje como la de este miércoles. Y en esa arena, Claudia Sheinbaum acaba de ganar otro gran round internacional.

Pero como todo combate con Trump, esto apenas comienza, ¿qué nos depara el destino?

Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

Published

on

By

En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

Seguir leyendo haciendo clic 

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto