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Policiaca

Sinaloa| Asesinan a madre que buscaba a su hijo.

Sinaloa.- Rosario Lilian Rodríguez Barraza, dirigente del colectivo Corazones sin Justicia en Sinaloa, fue levantada la noche de ayer en el Municipio de Elota, a dos kilómetros de La Cruz, donde esta madrugada fue hallado su cadáver.

El

plagio ocurrió durante los últimos minutos de este martes, luego de que la activista, quien buscaba a su hijo Fernando Ramírez Rodríguez desde el 2019, asistiera a una ceremonia por el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas.

Un comando armado habría arribado a su domicilio, en la Colonia Palos Blancos y, frente a otro de sus hijos de 17 años, la subieron a un vehículo y la llevaron con rumbo desconocido, fue la versión de testigos.

Esta mañana elementos de seguridad y peritos se movilizaron hasta el poblado de La Cruz, donde a un costado de las vías del tren, en la Colonia Víctor Manuel Quintero, se localizó el cadáver de Rodríguez Barraza, de acuerdo con reportes locales.

Al conocerse el hecho, el gobernador morenista de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, lamentó el asesinato de la luchadora social y prometió esclarecer el crimen.

»

Lamento profundamente el asesinato de Rosario Rodríguez Barraza, luchadora incansable como muchas otras mujeres sinaloenses que buscan a sus seres queridos. En la mesa de seguridad, tomamos medidas para que se lleve a cabo una investigación a fondo para dar con los culpables de tan artero crimen», escribió vía Twitter.

La mujer inició labores de búsqueda luego de que su hijo, de entonces 20 años, fuera privado de la libertad el 16 de octubre de 2019 en La Cruz, donde se halló el cadáver de la mujer este martes.

De acuerdo con sus compañeras de colectivo, la ahora occisa ya había sido víctima de ataques incendiarios en su domicilio, así como otras amenazas.

Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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