“Mi familia en mi casa, mis amigos en el corazón y los mejores a mi gobierno”, dijo el gobernador César Duarte años atrás, cuando ya preocupaba el nepotismo que apenas comenzaba a asomar y que luego se materializó al colocar a su hermano, Ricardo Duarte, como rector de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, y a Ignacio Duarte, su primo, quien se quedó con una diputación federal.
Ahora su sobrino, Federico ‘Lico’ Duarte también resultó bendito por los astros y, en una elección inédita, silencita y bien amarrada, se deshizo de la gente encabezada por Eloy Soto, César Quintana y Jorge Kosturakis, para quedarse al mando de la influyente organización luego de que la estafeta fuera cedida por Pedro Ferreiro, quien no quiso buscar reelección.
Así, ‘Lico’ es el presidente más joven de dicha organización, pues con apenas 36 años de edad encabezará los esfuerzos de los corriosos ganaderos de Chihuahua, pero llegó no sólo con bendición desde Palacio, sino de Jaime Galván, uno de los empresarios más influyentes de la entidad.
Y hablando de empresarios influyentes, ahí están los Terrazas, los Almeida, los Creel, Kalisch, Cuarón, Russek, Newberry, entre otros, quienes se han visto afectados por el “pleito” de juniors entre Enrique Terrazas y Javier Mesta, pleito que acabó por confirmar muchas de las sospechas y malos escenarios para los independientes.
Uno de ellos es que estos ‘independientes’ de independientes no tienen gran cosa. Si bien es cierto que no rinden cuentas a ningún partido, lo cierto es que todos traen la vieja escuela política mexicana, esa en la que los ‘notables’ deciden y los gobernantes ejecutan.
La alternativa independiente surgió como una opción viable luego de que los empresarios se cansaran de echarle su lanita a ese barril sin fondo llamado PAN, donde una buena tajada se quedaba en los bolsillos de la burocracia partidista y sus allegados, comenzando por los dirigentes, así como de algunos candidatos, que al final cobraban por perder, y cobraban muy bien.
Fue entonces que los dueños de los dineros decidieron ir con una apuesta propia, y se decantaron por ‘Chacho’ Barraza, un empresario entrón con vena panista, quien si bien es un hombre capaz, lo cierto es que la política no es lo suyo, “le da hueva” ha dicho varias veces, y ha demostrado que no lo dice de broma.
Y es que antes de su aventura independiente nunca había pisado los terrenos electorales, pues si bien es cierto que siempre ha sido bueno para la grilla, a la hora de bañarse de pueblo, caer bien y jalar votos, pues nada más no es lo suyo, a diferencia de Jaime Rodríguez ‘El Bronco’, quien se proyectó por su polémica gestión como alcalde del influyente municipio de García, en Nuevo León, donde limpió de narcos a costa de sufrir varios atentados y de perder a su hijo al parecer en una persecución.
Otra diferencia notable entre el ‘Bronco’ y ‘Chacho’ es el respaldo y la estrategia mediática. Mientras Rodríguez contaba con el empuje del poderoso grupo Reforma y era muy bueno ante las cámaras, además de contar con una vanguardista estrategia de comunicación y redes sociales, ‘Chacho’ no cuenta con mucho apoyo en los medios, aún dependientes de convenios de publicidad gubernamentales por cantidades multimillonarias. En redes tampoco ha sabido hacerla. Su página simple y sencillamente ha estado estancada, sin contenidos llamativos, sin propuestas, sin ningún tipo de estrategia, todo a la deriva.
La imagen de ‘Chacho’ tampoco ayuda mucho. Acostumbrado a tratar a altos niveles, es visto por la gente de a pie como un ricachón recién llegado y se antoja difícil que desempeñe con éxito el papel de recorrer colonias, de acercarse a la gente, de escucharla y de contar con capacidad para ofrecer respuestas y resultados a otros que no sean sus mecenas. Esto, sus patrocinadores, no lo previeron. Por momentos da la impresión de que ‘Chacho’ no trae tantas ganas como dice.
Aún así va sobrado. Obtuvo el doble de las firmas necesarias, aunque se quedó debajo de las tan cacaraqueadas 200 mil firmas que dijo juntaría como mínimo para demostrar power. El error principal de ‘Chacho’ y sus ‘supporters’ es creer que con dinero se logrará todo, cuando ni siquiera le han metido tanto. Lleva, según estimaciones, entre 10 y 20 millones invertidos, nada comparado con la cantidad de billetes, estructuras e intereses que se mueven en una elección estatal tan competida. Viendo este escenario, la alianza con Corral, quede uno u otro, suena cada vez más viable, pues uniéndose es difícil ganarle al PRI, pero posible. Separados es casi un sueño guajiro.
Y es que esos operadores políticos que necesita ‘Chacho’, esos que esperaba que lo siguieran naturalmente, se fueron con Cruz Pérez Cuéllar, quien por cierto está demostrando más jalón del que esperaban, y se nota que le sabe a la grilla pues ya amarró a su causa a Armando Cabada, el independiente que busca darle calambres a Teto Murguía.
Movimiento Ciudadano ya se comprometió a dar apoyo a Cabada, a la vez que no lanzó candidato oficial por la alcaldía de Juárez, luego de que el conductor televisivo resolviera sus broncas, una tras otra, ante las autoridades electorales. No han podido descarrilarlo.
Otro panista tránsfuga que está tratando de diezmar al albiazul es Jaime Beltrán del Río, quien jaló a varios integrantes del CDM deliciense a su causa, pues las tribus panistas se fraccionaron y ahora están en pugna.
Los que están en la cuerda floja son muchos aspirantes a las alcaldías serranas… no las de Enrique Serrano, sino las de la Sierra de Chihuahua, pues han trascendido hasta el cansancio los vínculos y parentescos de estos personajes con capos de la región, lo cual tarde o temprano traerá crímenes y escándalos, y ni cómo decir que no sabían.
Serrano aprovechó para echarle la pedradita a su contrincante Javier Corral, por aquello de que tiene hermanos en la cárcel por delitos contra la salud. Así quiere desviar la atención del problema de los narcocandidatos, a los que por cierto el PAN no es ajeno, aunque el PRI es el que va hasta el cuello de puntos rojos.
Serrano también trae la bronca encima de la caja de Pandora que abrió por querer darle un quemón a ‘Chacho’ con sus firmas, y resultó que es el PRI el que ha hecho afiliaciones masivas de ciudadanos sin su consentimiento. El tricolor ya está recibiendo denuncias y el escándalo aún podría escalar más.
Pero para escándalos, escándalos, está el que desató la directora del Instituto Chihuahuense de la Mujer, Emma Saldaña, luego de acusar públicamente a su jefe, José Luis García, de haberla maltratado verbal y hasta físicamente en varias ocasiones, con funcionarios de los tres niveles como testigos.
Si el secretario de Desarrollo Social esperaba una subordinada dejada, se equivocó pero feo. Emma tiene una amplia trayectoria en la lucha de género, es reconocida y respetada a nivel nacional no sólo por su congruencia y temple, sino por sus resultados, pues es una profesional de verdad en el área, hecho reconocido hasta por el gobernador César Duarte y su esposa, Bertha Gómez, quienes la han mantenido en dicha área a pesar de ser esposa de Sergio Granados, coordinador de campaña de Lucía Chavira, quien a su vez es una de las cabezas más visibles del baecismo, el grupo que ha pasado el sexenio entero en resistencia ante atropellos y más atropellos.
Lo que llama aquí la atención, incluso más que la denuncia, es el silencio gubernamental al respecto. No todos los días una directora acusa a un secretario, y menos de algo tan grave como maltrato. El hecho ya trascendió a nivel nacional, y pinta que va a crecer, sobre todo después de la virulenta respuesta del secretario quien, suponen, ordenó una serie de descalificaciones contra Patricia Mayorga, reconocida corresponsal de Proceso.
Dichas descalificaciones delirantes habrían sido un intento burdo de manchar su imagen, involucrándola de manera tendenciosa en un litigio que sostiene Mayorga junto con más de 30 periodistas chihuahuenses contra un intento golpista contra el Colegio de Periodistas de Chihuahua.
La nota en cuestión fue publicada en un portal electrónico, y la respuesta vino de inmediato. Montones de asociaciones de periodistas, activistas y feministas cerraron filas con Mayorga, y denunciaron el patético intento de linchamiento mediático a través de una nota sin siquiera firma, fuentes o respeto a las más elementales normas de sintaxis y ortografía.