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Revista

Spotify revela el poder del reguetón en Latinoamérica

Odiado y amado por muchos, el reguetón sigue generando buenas ganancias para los artistas y las casas disqueras.

El género urbano sigue ganando territorios, y este jueves Spotify lanzó el listado de las canciones que más suenan en Latinoamérica, y quieren saber cuáles son las más escuchadas, pues sí, los temas de reguetón.

La nueva generación de artistas urbanos se apodera de la lista, para acompañar a los consagrados como Wisin, Nicky Jam, Maluma o J Balvin.

MÉXICO
1.- “X” – Nicky Jam y J Balvin

2.- “Bella”- Wolfine

3.- “Me niego” – Reik, Ozuna y Wisin

4.- “Dura” – Daddy Yankee

5.- “Déjala que vuelva” – Piso 21 con Manuel Turizo

6.- “Amorfoda” – Bad Bunny

7.- “To My Love” – Bomba Estéreo y Marcos Masis aka Tainy

8.- “Corazón” – Maluma con Nego do Borel

9.- “Síguelo bailando” – Ozuna

10.- “Dembow” – Danny Ocean

México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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