Más de 1000 personas han fallecido víctimas del ébola desde agosto pasado, cuando comenzó la nueva epidemia de esta mortífera enfermedad en la República Democrática del Congo.
Se trata del segundo brote más fuerte de la enfermedad de este virus, solo detrás del ocurrido en África entre 2014 y 2016, en donde fallecieron más de 11 mil personas.
Tanto la situación de inseguridad en el país africano, como una abierta hostilidad por parte de un sector de los ciudadanos de dicho país en contra de los profesionales de la salud han ayudado a que la enfermedad se extienda.
Michael Ryan, representante de la Organización Mundial de la Salud, ha enfatizado que los problemas de inseguridad en el país africano han sido un impedimento importante para controlar este nuevo brote.
Desde enero, se han reportado 119 ataques contra profesionales de la salud, incluyendo 42 dirigidos a instalaciones, con un saldo de 85 profesionales de la salud muertos o heridos.
Ryan señala que en las ocasiones en que se ha logrado poner el brote del virus bajo control en una región, han ocurrido situaciones de inseguridad que echan todo su trabajo por la borda.
Por este motivo, recalcó, se anticipa un escenario en donde continúe una transmisión “intensa” de la enfermedad.
Pese a todos los riesgos que esto conlleva, muchas de las personas que son afectadas por la enfermedad temen asistir a los centros de atención para esta enfermedad, prefiriendo ser tratados en casa, con todos el peligro que implica para familiares y personas que los cuidan durante la enfermedad.
Con información de AP