Si algo ha quedado claro en este segundo mandato de Donald Trump es que la realidad y su imaginación no siempre coinciden. La más reciente de sus ocurrencias es la propuesta de renombrar el Golfo de México como el Golfo de América, una idea que, como muchas de sus declaraciones, genera más memes que debates serios.

Caleb Ordoñez Talavera
Para Trump, el simple hecho de que EE.UU. tenga costa sobre el golfo parece ser suficiente para justificar el cambio. No importa que el nombre tenga siglos de historia o que México sea el país con mayor litoral en esa zona. Tampoco importa que ningún mapa, organismo internacional o vecino haya pedido semejante modificación. Pero en la mente del presidente, si él lo dice, debe hacerse realidad.
Mientras tanto, su equipo de relaciones exteriores tiene que trabajar horas extra para explicar que esto no es una prioridad diplomática ni económica, sino otra de sus ocurrencias, como cuando quiso comprar Groenlandia o sugirió inyectarse desinfectante contra el COVID.
México, el turismo y el respaldo internacional
Pero mientras Trump juega a cambiar nombres, México sigue fortaleciéndose en la escena internacional. A pesar de las tensiones con Washington, el país ha logrado consolidar su imagen como un destino turístico y económico de primer nivel.