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The Broken and the Bad: Por qué los fans de Breaking Bad y Better Call Saul amarán a esta nueva serie

En los años transcurridos desde que se emitió el capítulo final de la serie Breaking Bad, la admiración hacia esta producción ha estado en constante crecimiento; ahora es visto no solamente como uno de los mejores programas de televisión jamás producidos, sino como uno de los pocos programas de televisión que tuvo su final más o menos correcto.

Lo más sorprendente de Breaking Bad es el hecho de que el drama se ha convertido en el cimiento de un universo de spin-off.

Primero, con la serie de precuela protagonizada por Bob Odenkirk, Better Call Saul, el cual hizo su debut en AMC en el año 2015.

Seguidamente, la electrizante película de Netflix “El Camino” en el año 2019. En esta película, se detalla lo que le sucedió a Jesse Pinkman (Aaron Paul) a raíz de ese emocionante final de la serie Breaking Bad.

Y es que dado a que Breaking Bad ha estado fuera del aire durante casi una década y que su spin-off Better Call Sauls está muy cerca de su última temporada en AMC, los fanáticos de este universo extendido comienzan a preguntarse dónde podrán ver próxima nueva serie sobre Breaking Bad.

Aquí estamos hablando de la serie documental de seis episodios llamada The Broken and the Bad que se lanzará a través de AMC.com el 9 de julio de 2020.

Esta docuserie será una delicia para el entretenimiento de los fanáticos del universo creado por Vince Gilligan; ya que en este se pretende explorar «cuán lejos de la ficción» está el mundo de Breaking Bad.

En este documental, se mostrará a los espectadores la profundidad del mundo criminal en la realidad; desde las organizaciones delictivas de Nuevo México y mas allá.

Fuente: Vader

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Demasiado pronto para un smartphone: advierten sobre graves efectos en la salud mental de menores de 13 años

Un estudio global reciente ha encendido las alarmas sobre el impacto negativo de los smartphones en la salud mental de niños menores de 13 años. La investigación, publicada en el Journal of the Human Development and Capabilities, analizó respuestas autodeclaradas de casi 2 millones de personas en 163 países y encontró que cuanto antes un menor accede a un teléfono inteligente, más probabilidades hay de que experimente efectos perjudiciales.

Entre los hallazgos más preocupantes están el aumento de pensamientos suicidas, dificultades en la regulación emocional, baja autoestima y desconexión con la realidad. Los efectos fueron especialmente marcados en niñas.

“El uso temprano del smartphone suele implicar acceso prematuro a redes sociales, lo que a su vez puede desencadenar acoso digital, alteraciones del sueño y deterioro de las relaciones familiares”, explicó Tara Thiagarajan, autora principal del estudio y fundadora de la organización sin fines de lucro Sapien Labs, encargada del levantamiento de datos.

Un llamado urgente a la acción global

La contundencia de los resultados llevó a los investigadores a proponer restricciones internacionales que limiten el uso de smartphones y redes sociales a menores de 13 años. “Se requiere una acción inmediata y global para proteger a los niños de entornos digitales que aún no están preparados para gestionar con madurez”, afirmó Thiagarajan.

El estudio no solo se centró en indicadores comunes como ansiedad o depresión, sino que analizó aspectos menos explorados como la autoimagen y la capacidad de gestionar emociones, revelando una correlación directa entre el uso temprano de dispositivos y el deterioro del bienestar psicológico.

¿Qué pueden hacer los padres?

Expertos como Melissa Greenberg, psicóloga clínica del Princeton Psychotherapy Center, recomiendan iniciar conversaciones comunitarias entre padres para acordar de manera conjunta retrasar la entrega de teléfonos inteligentes a sus hijos. Iniciativas como “Wait Until 8th” («Espera hasta el 8vo grado» – Equivalente a 2do de Secundaria) permiten a las familias comprometerse colectivamente a posponer la entrega de dispositivos hasta después de los 13 años.

Asimismo, sugiere buscar escuelas con políticas estrictas sobre el uso de smartphones en campus o exigir cambios en los reglamentos escolares. Thiagarajan advierte que los padres no pueden enfrentar este problema solos: “Incluso si prohíbo a mis hijas usar redes sociales, estarán expuestas a ellas a través de otros niños en la escuela o eventos extracurriculares. Es un asunto social, no solo familiar”.

¿Y si ya tienen un teléfono?

Greenberg aconseja no caer en el pánico. “Si ya le diste un smartphone a tu hijo, puedes ajustar el rumbo”, asegura. Recomienda establecer controles parentales, desinstalar ciertas apps, cambiar a un teléfono básico o simplemente limitar el uso.

Para aquellos padres que enfrentan resistencia, sugiere esta frase:
“Cuando te dimos tu teléfono, no sabíamos todo lo que ahora sabemos sobre cómo podría afectarte. Los científicos están aprendiendo más cada día, y queremos hacer lo mejor para ti”.

Aceptar que también los adultos luchan contra el uso excesivo del celular puede ayudar a los menores a comprender que es una dificultad compartida.

Un punto de inflexión para la crianza

Investigadores como el psicólogo social Jonathan Haidt, autor del libro “The Anxious Generation”, coinciden en que retrasar el acceso a redes sociales hasta los 16 años es una de las mejores decisiones que pueden tomar los padres hoy.

La evidencia es clara: dar un smartphone a un niño antes de los 13 puede tener consecuencias serias y duraderas. En un mundo cada vez más digitalizado, tal vez la verdadera rebeldía —y protección— esté en apagar el teléfono.

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