El nombramiento de Rosario Piedra Ibarra como titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), estuvo envuelto en polémicas y advertencias de políticos de la oposición y especialistas, por su militancia en Morena y su cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Alertaban que estaba en riesgo la autonomía del organismo para realizar su delicado y fundamental trabajo.
Diez meses después de que tomó juramento como ombudsperson, Piedra Ibarra y la CNDH han estado involucradas en escándalos, omisiones y silencios, y la advertencia suena más fuerte que nunca.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos ha dejado de emitir recomendaciones y ha destacado por su falta de atención a los reclamos de familiares de las numerosas víctimas que han visto violados sus derechos humanos en el país.
Su falta de actuación y de sensibilidad con las víctimas, es lo que tiene a la CNDH sumida en la peor crisis de su historia.
El pasado 2 de septiembre, la señora Marcela Alemán, madre de una niña que fue víctima de violación en su colegio a los 5 años de edad, llegó junto con otras 15 personas, a las oficinas de la Comisión, ubicadas en la calle de República de Cuba #60, en el Centro Histórico de la Ciudad de México; para entrevistarse con la ombudsperson y exigir justicia.
Pero la falta de respuestas llevaron a Marcela a amarrarse a una silla y dijo que no se movería del lugar hasta que la CDNH se pronuncie sobre la violación de su hija.
“Estoy aquí en la sala de juntas de Rosario de Piedra (Rosario Piedra Ibarra) y me he amarrado (a la silla) porque ya me querían mandar otra vez a poner otra denuncia. Ya me cansé. Mi niña, es una niña que merece ser defendida por los derechos humanos. Pero no, todo un Estado le ha pisoteado sus derechos, ha hecho con ella lo que quiere, y no solo por Lya, por todas las niñas y todos los que son víctimas, ya basta” (sic), aseguró la señora Marcela Alemán, en un video difundido por “Colectiva Independiente Revueltas”.
Desde ese momento, las instalaciones de la CNDH en el Centro quedaron tomadas por madres de víctimas de abuso sexual, de feminicidios y otros delitos, junto con activistas feministas.
Días después de la toma, el sábado 5 de septiembre, aseguraron que no se moverían de las instalaciones e incluso advirtieron que tomarían otras oficinas de la CNDH en el país.
“De aquí no nos vamos a mover y van a seguir llegando más madres de toda la República. Somos un chingo y somos de todo el país, y así tengamos que quemar las pinches fiscalías, lo vamos a hacer. ¡Hagan su maldito trabajo, fiscales y ministerios públicos! Y si no pueden, tengan tantita dignidad y renuncien”, gritó esta mañana desde el balcón del inmueble Yesenia Zamudio, madre de María de Jesús Jaimes Zamudio, víctima de feminicidio en enero de 2016 en la Ciudad de México.
Agencias