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Opinión

Todo comienza con la química del cerebro. Por Dra. Luisa Ulibarri

Dra. Luisa Ulibarri

La química del cerebro es difícil de medir directamente, sin embargo, la actividad eléctrica del cerebro, que resulta de las reacciones químicas, puede ser evaluada por medio de mapeo cerebral.

Usando una computadora con un software especial, podemos cuantificar las cuatro ondas eléctricas del cerebro, que son clave para nuestra salud: voltaje (energía), latencia (velocidad), ritmo (balance), y sincronía (simetría). Estas medidas nos proporcionan la información que necesitamos saber sobre los niveles de dopamina, acetilcolina, GABA y serotonina, respectivamente.

El desbalance de los químicos en el cerebro, están directamente relacionados con el desbalance de las ondas cerebrales. La buena noticia es que no se necesita un test sofisticado como el mencionado anteriormente para mantener nuestro cerebro saludable y en equilibrio. Existen enfermedades asociadas a las deficiencias de los neurotransmisores, por lo que se pueden proveer tratamientos específicos para cada neurotransmisor fuente de la causa.  Adentrémonos al conjunto de tratamientos para cada neurotransmisor y como poder corregir sus deficiencias.

Existen fármacos que son inhibidores de la recaptura de serotonina, estos corrigen la deficiencia de los neurotransmisores responsables de la depresión. Alprazolam y clonazepam funcionan para la deficiencia de GABA y ansiedad, los inhibidores de la acetilcolinesterasa están indicados para deficiencia de acetilcolina y perdida de la memoria; y la dexedrina refuerza la dopamina en el cerebro cuando hay presencia de fatiga crónica. Estos fármacos, tan efectivos, no deberían ser el primer recurso, esto se podría lograr si hacemos un diagnostico temprano de los neurotransmisores.

Los aminoácidos son el material precursor de los neurotransmisores. La tirosina y fenilalanina son transformados en dopamina, la acetilcolina proviene de la colina, la fosfatidilserina, n-acetil carnitina, glutamina se convierten en GABA; y el triptófano da origen a la serotonina. La proteína, es la fuente de los aminoácidos, por lo que literalmente, podríamos comernos el camino a la salud, aunque la dieta tiene sus limitaciones.

Primero, la comida es compleja, un alimento puede contener múltiples nutrientes que repercuten en diferentes químicos del cerebro. Un ejemplo es el pavo, contiene componentes que producen dopamina, pero es altamente rico en triptófano. Un alimento que te energiza, también puede tranquilizarte, o viceversa. Es por esto, que las dietas de moda, no funcionan a largo plazo. Segundo, debemos tomar en cuenta la ineficiencia del sistema digestivo; durante la digestión, nuestro cuerpo no absorbe todos los nutrientes disponibles en los alimentos. Tercero, los estilos de vida muy ocupados, hacen que la alimentación sea fuera de horario y muy difícil. Finalmente, la química del cerebro cambia conforme mantenemos estos tipos de dieta por un largo tiempo. La dieta es un componente importante para mantener los químicos del cerebro, pero debe ser usada con un enfoque distinto.

Hay familias de hormonas que se relacionan con cada neurotransmisor primario. Las hormonas regulan la producción de neurotransmisores; cuando el nivel de una hormona cae, el nivel de un neurotransmisor, la salud y la calidad de vida también caen.

Si quieres tener un cuerpo fuerte, buen humor y una vida sexual saludable, sin importar la edad que tengas, se tienen que mantener las hormonas dentro de la ecuación.

El estilo de vida, ambiente y la tecnología son las ultimas tres vías que soportan la química del cerebro. El ejercicio es un “booster” de los químicos del cerebro, reduce el estrés, así como la meditación y la oración. La diversión que elegimos, juegos y los pasatiempos deben hacernos sentir bien porque tienen una importante repercusión en nuestros neurotransmisores

Por último, metales pesados, compuestos químicos, lluvia acida, fertilizantes y pesticidas, campos electromagnéticos, películas de violencia, ruido alto e insultos pueden disminuir la salud de nuestro cerebro. Existen diferentes tecnologías que pueden servir como herramientas para disminuir daño causado por estos factores, como la estimulación eléctrica nerviosa, la cual activa GABA y endorfinas, las cuales actúan como analgésicos y estimula los músculos, promoviendo la salud. Estimulación craneal eléctrica aprobados para mejorar ansiedad, depresión e insomnio.

Si logramos reconocer el desbalance de los neurotransmisores en etapas tempranas, podemos hacer mucho por nosotros mismos para revertirlo.

Opinión

OTAN. Por Raúl Saucedo

EQUILIBRIOS PRECARIOS

Desde su creación en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se erigió como un pilar de la defensa colectiva, forjando una alianza frente a amenazas reales o percibidas por Occidente. Hoy, la OTAN se encuentra en una encrucijada, enfrentando desafíos que ponen a prueba su resiliencia y capacidad de adaptación en un mundo cada vez más volátil. Su relevancia se ha reafirmado en las últimas semanas, en medio del conflicto entre Medio Oriente y Europa del Este.

A raíz de las tensiones en Europa del Este en años recientes, se han incorporado nuevos miembros como Finlandia y, próximamente, Suecia. Sin embargo, esta cohesión interna no es monolítica. Las divergencias en el nivel de compromiso militar, la dependencia energética de algunos países y las distintas visiones sobre cómo relacionarse con naciones no alineadas son desafíos que la Alianza debe sortear con delicadeza.

La OTAN enfrenta hoy un panorama geopolítico complejo. La creciente influencia de China y Rusia, la inestabilidad en Oriente Medio, las amenazas cibernéticas y el terrorismo transnacional exigen una agenda más amplia y una estrategia que vaya más allá de la defensa territorial tradicional del siglo XX. La Alianza ha comenzado a abordar estos temas, pero la velocidad y profundidad de esta adaptación serán cruciales para su futuro.

¿Podrá la OTAN mantener su enfoque principal en la defensa europea mientras desarrolla capacidades para enfrentar amenazas globales y no tradicionales?

Otro punto de fricción, evidenciado en la reciente cumbre en los Países Bajos, fue la carga compartida. La exigencia de Estados Unidos de que los miembros europeos aumenten su gasto en defensa al 5% del PIB generó debate. España, liderada por Pedro Sánchez, se opuso inicialmente, aunque finalmente cedió. Si bien los conflictos mundiales han impulsado a muchos países a incrementar sus presupuestos militares, la disparidad en el gasto y la percepción de que algunos se benefician de la seguridad proporcionada por otros sin contribuir equitativamente podría erosionar la confianza interna a largo plazo.

La OTAN de 2025 no es la misma que la de 1949. Su evolución ha estado marcada por las realidades geopolíticas de cada época. Sin embargo, el presente exige una autoevaluación profunda ante un mundo en constante cambio.

A raíz de la cumbre en La Haya, capital mundial de la justicia internacional, se investigó que México gasta el 0.7% del PIB en defensa (2024), situándose como el país número 22 en gasto militar y uno de los que más ha crecido en la última década. México, por “tradición diplomática”, ha sido mediador y respetuoso de la mayoría de los conflictos civiles y militares del siglo XX. No obstante, ante este nuevo dinamismo del reacomodo mundial en el siglo XXI, México deberá asumir una postura más activa dentro del equilibrio precario global.

@Raul Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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