Activistas transexuales en México consideraron como «crímenes de odio» los asesinatos que han sufrido miembros de su comunidad en los últimos 15 días y señalaron a la Iglesia Católica y a grupos de derecha como los principales instigadores.
Afirmaron que los crímenes son reacciones a los posicionamientos que ha tenido la Iglesia respecto a la iniciativa para reconocer constitucionalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo que anunció en mayo el presidente Enrique Peña Nieto.
«Es una acusación que muchas lanzamos a la Iglesia Católica y a la derecha política, ya que están sembrando un clima de odio, de violencia y de ajusticiamiento que está propiciando este resurgimiento de la homofobia y la transfobia», dijo a Efe Angie Rueda, promotora de los derechos humanos y la no discriminación de la población de la diversidad sexogenérica.
Añadió que «hay una suerte de desprecio social en contra de los transexuales, pero hay también hay impunidad y complicidad por parte de las autoridades de justicia de la Ciudad de México».
Rueda, quien es maestra en sociología y con estudios de doctorado en ciencias sociales de la Universidad Iberoamericana, indicó que la comunidad transexual, y en especial los individuos que se dedican al trabajo sexual, es uno de los sectores más vulnerables.
«Esta violencia está siendo generada por ese discurso (de odio)», expuso, y recordó que han ocurrido asesinatos siete en los estados de Guanajuato, Chihuahua y Chiapas, así como la Ciudad de México.
El último ocurrió este miércoles en la capital y la víctima fue Alessa Flores, mujer transgénero de 28 años que se dedicaba al trabajo sexual y quien fue hallada sin vida en un hotel en centro de la ciudad.
Según las autoridades locales, la muerte de Alessa, defensora de los derechos de las personas transexuales y sexoservidoras, fue causada por estrangulamiento.
A su vez, Roshell Terranova, destacada activista por los derechos de la comunidad travesti, transexual e intersexual en la Ciudad de México, también dirigió sus acusaciones a la Iglesia Católica.
«Estamos indignadas por lo que está sucediendo, porque sigue habiendo crímenes de odio contra nuestra población; son transfeminicidios», declaró.
Señaló que ese aumento de la violencia contra los transexuales se da «curiosamente» días después de los posicionamientos de los jerarcas eclesiásticos «contra de todo el movimiento LGBTTTI (lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual)».
Terranova explicó que muchas personas ligadas a la religión toman al pie de la letra los puntos de vista que dictan los dirigentes «y pueden caer en el fanatismo y tranquilamente tomar vidas en nombre de Dios».
Ambas consideraron que los ataques a su comunidad «se han recrudecido» y manifestaron su indignación por los asesinatos y exigieron justicia y presentación de los culpables.
En tanto, Jessica Marjane Durán, fundadora y coordinadora de la Red de Juventudes Trans México, explicó hace unos días en un foro en la Universidad Iberoamericana que las personas transexuales en México «no tienen acceso a una vida libre de violencia dentro del espacio público».
Remarcó que los ataques van desde «la burla o un golpe hasta crímenes de odio en los que son masacradas e incluso calcinadas, y como estos delitos no han sido tipificados a nivel estatal y federal, las personas trans no cuentan con mecanismos de acceso a la justicia».
Antes de la muerte de Alessa, otra mujer transexual, Itzel Durán, fue asesinada el 8 de octubre en Comitán, Chiapas, y su agresor ya fue detenido.
Otra víctima fue Paola, quien también se dedicaba al sexoservicio y fue asesinada el 30 de noviembre en un cruce de la Avenida Insurgentes de la capital, hasta donde sus amigas y compañeras trasladaron su féretro para hacer visible el caso y exigir justicia a las autoridades.
En Chihuahua, una mujer transexual conocida como «La Cheva» fue asesinada a balazos el 11 de octubre en la capital homónima del estado, en otro más de los cuando menos siete casos registrados en las últimas dos semanas.
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