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Tras burlas, SEP modificó la carta compromiso para regreso a clases

Tras las críticas y burlas que dejó en redes sociales la presentación de la carta compromiso para padres de familia, en donde se les dejaba la responsabilidad de enviar a sus hijos a las clases presenciales, la Secretaría de Educación Pública (SEP) decidió modificarla.

El pasado jueves 12 de agosto, la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, presentó un protocolo para regresar a clases el próximo 30 de agosto, en el que se incluye una carta compromiso de corresponsabilidad que va dirigida a los padres o tutores de los alumnos.

Para que los estudiantes puedan tomar clases presenciales, deben presentar la carta compromiso firmada por el padre o tutor del pupilo; el documento se divide en varios incisos en los que los responsables se comprometerán a revisar constantemente a los niños y adolescentes, resguardarlos, entre otras cosas.

Sin embargo, poco después de su presentación, varios internautas y personajes de la política criticaron el protocolo, pues consideraron que la SEP y el gobierno de México evaden su responsabilidad de adecuar escuelas, realizar pruebas, asegurar y acelerar la vacunación de maestros.

¿Cuáles fueron los cambios?

La primera carta compromiso que se presentó pedía a los padres responder con un “Si” o “No” a: “Manifiesto mi compromiso de Aceptar el Retorno Seguro a clases de mi hijo/hija bajo la siguiente modalidad: virtual, presencial, mixta u otra”.

Con la nueva modificación, en el documento sólo quedaron los compromisos de:

a) “Revisar diariamente a mi hija/hijo para identificar la presencia de signos y síntomas relacionados con la enfermedad COVID-19, como malestar general, tos seca, estornudos, dolor de cabeza, fiebre o dificultad para respirar”.

b) “Mantener a mi hija/hijo en casa en caso de presentar alguno de los síntomas anteriores”.

c) “Llevar a mi hija/hijo a recibir atención médica ante la presencia de síntomas de enfermedad respiratoria y atender las recomendaciones del personal de salud”.

d) “Notificar a la escuela vía telefónica, los resultados del diagnóstico médico”.

e) “Promover hábitos de higiene y salud que disminuyan la propagación del virus”.

Burlas y críticas a la SEP

Ante el anuncio de que la comunidad estudiantil debe presentar una carta firmada por sus padres o tutores, varios personajes públicos se pronunciaron al respecto.

La politóloga Denise Dresser advirtió a los padres de familia que se trata de una herramienta para que la SEP y el gobierno de México evadan su responsabilidad de mantener seguros a los estudiantes y de acelerar la vacunación para los trabajadores del sector educativo y de los padres.

“A los padres de familia: A través de la presente carta, la SEP y gobierno de la República abdican a su responsabilidad de adecuar escuelas/realizar pruebas/asegurar y acelerar la vacunación de maestros y padres de familia. Atentamente, Delfina Pilatos”, escribió en su cuenta de Twitter.

Por su parte, la ex candidata a la presidencia, Margarita Zavala, pidió al gobierno que asuma su responsabilidad y se comprometa con aquellos que estarán en los salones de clases.

“¿Y el gobierno? ¿…y el gobierno qué va a firmar?”, publicó en su red social.

Asimismo, el expresidente panista Felipe Calderón Hinojosa señaló supuestas incongruencias en el actuar de la Secretaría de Educación Pública.

“Puede reglamentar horarios, calendarios, contenidos, libros de textos, títulos profesionales… ¿pero no puede establecer reglas para la adecuada ventilación de los salones, higiene de alumnos y maestros, protocolos a seguir al detectarse un caso, etc?”, redactó el ex mandatario.

Ignacio Morales Lechuga, extitular de la Procuraduría General de la República, declaró que la carta que la SEP está haciendo circular para el regreso a clases es una vergüenza para los padres de familia, la salud de los niños y pone en evidencia a un gobierno irresponsable.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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