¿Te gusta hacer deporte? Puede que sí, pero ¿cuánto te apetece hacer deporte en medio de un calor sofocante? Seguramente mucho menos. El calor nos agota y hace que todos los esfuerzos parezcan el doble de difíciles. Pero no solo lo parecen.
Nuestro rendimiento al hacer ejercicio se va por el desagüe cuando sube la temperatura. Un dato que lo demuestra es que los récords en las maratones se baten en días con temperaturas por debajo de los 20 grados. Sin embargo, un descubrimiento reciente puede aumentar el rendimiento deportivo de los atletas, incluso en los peores días de calor. Al mismo tiempo, puede ayudar a cualquier otra persona a refrescarse más rápidamente.
Los radiadores del cuerpo
Hace unos años, el doctor Craig Heller, un biólogo de la Universidad de Stanford, se tuvo que enfrentar con el problema contrario: calentar a pacientes que salían del quirófano con hipotermia y temblores después de la cirugía. El método tradicional es ponerles mantas calientes, pero aún así tardaban horas en dejar de tiritar.
Heller descubrió que calentando las manos de los pacientes, metidas en un cilindro por donde circulaba agua caliente, no solamente entraban en calor antes, sino que incluso conseguía evitar la tiritona por completo. Heller se estaba aprovechando de una parte poco conocida de la anatomía humana. Bajo la piel de la palma de las manos y la planta de los pies las arterias se conectan a las venas directamente, sin pasar por los capilares, a través de unos vasos sanguíneos especiales llamados anastomosis arteriovenosas. Con su aparato, estaba calentando la sangre de los pacientes, con lo que el intercambio de calor era mucho más rápido.
De modo similar a lo que ocurre en un coche, las manos, los pies y la parte superior de la cara son los radiadores de nuestro cuerpo. Calentando las manos se consigue calentar aumentar la temperatura interna mucho mejor que calentando la piel alrededor del pecho o la espalda, ya que en este caso la piel actúa como un aislante.
Enfriarse para seguir entrenando
Lo que sirve para calentarse, también sirve para enfriarse. Uno de los motivos de la fatiga muscular es el aumento de temperatura. Todos sabemos que cuando los músculos trabajan, generan calor. Este incremento de la temperatura interfiere con las reacciones químicas que hacen que los músculos se contraigan, y hace que descienda el rendimiento deportivo.
Los investigadores dirigidos por Heller aplicaron su cilindro a las manos de personas que estaban haciendo ejercicio, pero esta vez usando agua a 10º para enfriarlas, es decir, para extraer calor del cuerpo. El resultado fue que los participantes tardaban mucho más en fatigarse, y por tanto consiguieron aumentar su fuerza.
En un experimento, los sujetos, tanto atletas como personas no entrenadas, tenían que hacer dominadas hasta el fallo, y entre cada serie enfriaban sus manos durante tres minutos. Al cabo de seis semanas, el número de dominadas aumentó en un 144% en los atletas y un 80% en el resto de los participantes.
Heller prosiguió sus experimentos con fuerzas especiales del ejército, que a menudo tienen que actuar en condiciones de calor extremo. Enfriarse antes y durante el esfuerzo no solo mejoraba su rendimiento, sino su estado de alerta y su capacidad de atención, que también se ven afectadas por el calor.
Cómo enfriar las manos en casa
El aparato de Heller que intercambia el calor en las manos es del tamaño de una cafetera, y no parece muy cómodo para llevarlo al gimnasio o correr con él. Por eso la Universidad de Stanford en colaboración con una empresa privada están desarrollando unos guantes que puedan producir este mismo efecto, y que los atletas o los soldados puedan llevar puestos. Por el momento no están a la venta.
Sin disponer de esta tecnología, ¿podemos aprovechar este descubrimiento en nuestra vida diario? Podemos pensar que agarrando una bolsa de hielo en la mano conseguiremos el mismo efecto, pero esto podría ser contraproducente. Si la temperatura es demasiado baja se produce vasoconstricción, los vasos sanguíneos se encogen, circula menos sangre y se impide el intercambio de calor.
Un experimento anterior usaba paquetes de frío químicos, como los que se aplican a las lesiones, que son fáciles de conseguir en farmacias. Sujetar una bolsa con agua mezclada con hielo, sin apretar (eso corta la circulación) produciría resultados parecidos. El truco es moverlo o agitarlo para que no se forme una capa de agua estática más caliente cerca de las manos.
Incluso si no estamos haciendo deporte, podemos aprovechar este descubrimiento y enfriar las manos y los pies para refrescarnos en los días de más calor.
Fuente: el diario.es