El presidente estadounidense, Donald Trump, firmó hoy una ley que busca contener la crisis de adicción a analgésicos opiáceos que cada día mata a más de un centenar personas en Estados Unidos, además de poner barreras a la entrada en el país de potentes drogas como el fentanilo.
«Juntos, vamos a acabar con el flagelo de la adicción a las drogas en Estados Unidos. Vamos a acabar con ella, o vamos al menos a asestar un golpe extremadamente grande a este terrible, terrible problema», dijo Trump en un discurso en la Casa Blanca.
La «Ley de apoyo a los pacientes y sus comunidades» fue aprobada por mayorías abrumadoras en el Congreso de EE.UU., con 98 votos a favor y 1 en contra en el Senado, y de 393 votos a favor y 8 en contra en la Cámara de Representantes.
La legislación busca reducir «el acceso a los opiáceos» en el mercado de EE.UU. y abrir vías «a la prevención, el tratamiento y los servicios de recuperación» para los adictos a esos analgésicos y a la heroína, explicó Trump en un comunicado.
La medida también pretende dificultar la entrada en el país de opioides sintéticos ilegales, como el fentanilo y el carfentanilo, y potenciar la investigación de tratamientos contra el dolor que no estén derivados del opio.
«La ley concede a las autoridades las herramientas y recursos que necesitan para impedir que se trafique con drogas ultraletales como el fentanilo a través de nuestro correo postal», indicó Trump.
El fentanilo es un potente analgésico que suele destinarse al tratamiento del cáncer y que los grupos criminales usan para aumentar la potencia de la heroína, lo que aumenta el riesgo de muerte por sobredosis; mientras que el carfentanilo es un sedante hasta 100 veces más potente que el fentanilo.
Pese a esas medidas, la ley no implica un aumento notable de los fondos para combatir la epidemia, y tampoco expande significativamente los mecanismos de tratamiento para los adictos, un paso que muchos expertos en el problema consideran necesario.
Más de cuatro millones de estadounidenses -incluidos 250.000 adolescentes- son adictos a analgésicos de prescripción médica, y la sobredosis es la causa más común de muerte violenta en el país, por encima de los accidentes de tráfico o las armas, según la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA).
De acuerdo a datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), 64.000 personas murieron en 2016 por sobredosis de opiáceos (incluida la heroína) en Estados Unidos, lo que supone el fallecimiento de 175 estadounidenses al día y siete víctimas mortales cada hora