La ola de protestas, dentro y fuera de Estados Unidos, por la separación de niños y familias migrantes sin papeles ha forzado a Donald Trump a dar marcha atrás en esta política. El presidente firmó este miércoles una orden ejecutiva que ponga fin a una práctica que ha causado estupor entre los propios republicanos, provocado la condena del Papa, la reprobación de Naciones Unidas y el rechazo de otros Gobiernos, como el de Reino Unido. Trump ha explotado electoralmente el discurso antiinmigración con éxito y sin contemplaciones hasta ahora, pero el golpe a la infancia ha roto finalmente una costura.
“Queremos mantener a las familias juntas. Es muy importante”, confirmó Trump esta mañana, quien admitió que la «visión» de estas separaciones no le gustaba. Se trata de una rectificación explícita del presidente de EE UU, quien siempre saca pecho por su dureza negociadora y había tomado el drama de los niños sin papeles como moneda de cambio para lograr una legislación migratoria más dura. Aun así, mantiene el brazo de hierro porque la orden busca acelerar juicios y eliminar los plazos que limitan la detención de menores.
EE UU ha empezado a separar desde abril de forma generalizada a las familias que intenta entrar ilegalmente, después de un cambio de criterio de la fiscalía. Bajo una nueva doctrina de «tolerancia cero», todo inmigrante indocumentado se considera un delincuente y se le procesa judicialmente como tal, aunque no tenga antecedentes penales, por eso los niños no pueden seguir junto a ellos y son separados. La crisis estalló en la opinión pública en los últimos días, cuando se hizo público que en el lapso de apenas seis semanas, entre el 19 de abril y 6 de junio, la Administración había separado a unos 2.000 niños, a veces bebés, de sus progenitores o familiares adultos.
La repulsa a esta situación fue creciendo y generalizándose hasta lograr algo tan improbable como que Donald Trump, el magnate que alardea de negociar con dureza y ganar cualquier pulso, haya dado marcha atrás y decidido mantener a las familias juntas, aunque sigan los cargos criminales para cualquier sin papeles. Han hecho falta imágenes de hileras de niños entre tiendas de campaña y grabaciones de sus llantos dando la vuelta al mundo. «El dilema es que si eres débil tu país se va a ver abrumado con gente, si eres fuerte, entonces no tienes corazón. Quizá prefiero ser fuerte», reflexionó ante los reporteros.
Fuente: El País