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Turcos acusan a pájaro de ser un espía israelí

No era un avión, no era Supermán, ni tampoco era un espía israelí, como creyeron los alarmados habitantes de un pueblo de Turquía. Sólo era un pájaro. Una especie migratoria común, que se alimenta de abejas.

Pero buen revuelo el que causó entre los vecinos de este poblado, cercano a la ciudad de Gaziantep, en el sureste de Turquía, a quienes les pareció algo menos común. Primero, el «sospechoso» fue hallado muerto -en circunstancias no aclaradas- en campo abierto, con un anillo de metal en la pata que leía «Israel».

Segundo, los preocupados ciudadanos notaron que sus fosas nasales eran de un tamaño inusual. Lo suficientemente grandes, pensaron, como para colocar adentro un microchip de espionaje…

Expertos policiales, del Ministerio de Agricultura, y hasta de la unidad contra el terrorismo, inspeccionaron el colorido y plumífero cadáver. La conclusión unánime: no había motivo para alarmarse.

INCRÉDULOS

Se le explicó a los vecinos que el anillo en la pata era algo que se le coloca comúnmente a las aves migratorias para seguir sus movimientos, según le dijo un portavoz de la oficina regional del despacho de Agricultura al corresponsal de la BBC en Estanbul, Jonathan Head.

Con todo, fue difícil convencerlos de que el pájaro no representaba una amenaza para la aseguridad nacional, agregó la fuente. Según nuestro corresponsal, teorías de conspiración totalmente inverosímiles prenden fácilmente en Turquía. Los supuestos complots israelíes se cuentan entre los más extendidos.

Las relaciones entre Turquía e Israel se deterioraron marcadamente después de que nueve activistas islámicos propalestinos, de nacionalidad turca, murieran en un ataque de fuerzas de seguridad israelíes a un bote que intentaba romper el bloqueo a Gaza, hace dos años.

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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