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Increible

Un búfalo moribundo logra cornar al cazador que le había disparado.

El cazador fue trasladado de urgencia al hospital, donde tuvo que ser sometido a dos operaciones.

Un búfalo moribundo tomó venganza en contra de un cazador que intentaba rematarlo, usando su último aliento para atravesarlo con uno de sus cuernos.

Los hechos sucedieron el pasado 20 de junio, en el norte de Australia, y se viralizaron rápidamente en redes sociales.

De acuerdo con el portal ‘Intriper’, un hombre identificado como Chris Mcsherry, residente de la Península de Gove, acudió a cazar con un amigo al puerto de Bradshaw, donde se encontraron con un imponente búfalo, de unos 7 mil 700 kilos, al que le dispararon provocándole una mortal herida.

Pese a lo grave de su lesión, el animal logró escapar del lugar, por lo que Mcsherry y su amigo comenzaron su persecución, siguiendo por unos cientos de metros su rastro de sangre.

El cazador «quiso sacarlo de su miseria» y recibió una cornada

En su cuenta de Facebook, Mcsherry contó que logró encontrar al animal escondido tras un espeso arbusto y, “para sacarlo de su miseria”, le disparó dos flechas con una ballesta.

El búfalo usó su último aliento de vida para atacarlo con uno de sus enormes cuernos que le atravesó la pierna derecha.

Esto le provocó un gran agujero de ocho pulgadas que inició por debajo de su rodilla derecha y salió debajo de su trasero.

Mcsherry fue transportado al Hospital de Darwin, donde le practicaron dos cirugías y, según los pronósticos de los médicos, es probable que deba someterse a injertos de piel.

Poco después del accidente, Elenie Bromot, pareja del herido, compartió una actualización de su estado de salud afirmando que se encontraba bien, en espera de otra intervención quirúrgica.

Asimismo, agradeció a todos los que mostraron su preocupación por su pareja.

 

Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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