Los testimonios recabados por los medios locales señalan que el pequeño ejército llegó a media mañana y, con total impunidad, se repartió por comandos. Uno irrumpió en la mansión de Consuela Loera, robó dos coches, tres motocicletas y cortó las líneas telefónicas. La mujer, supuestamente, no sufrió golpes. Simultáneamente, otros puntos del municipio fueron asaltados. A uno de los vecinos le sacaron a rastras de su vivienda y en plena calle lo mataron. Numerosos habitantes, ante la inminencia de un baño de sangre, han abandonado la zona.
La autoría permanece en el misterio. Una primera versión, sostenida por especialistas como Cynthia Valdéz, indica que se trata de un ajuste de cuentas en el seno del cártel de Sinaloa. Los hijos de Guzmán Loera, Iván y Alfredo, conocidos como Los Menores o Los Chapitos, estarían enfrentados a la dirección de grupo criminal, en manos de capos históricos como el legendario y jamás detenido Mayo Zambada. Las continuas refriegas habrían derivado en una advertencia en el punto más sensible del poder de Los Chapitos.
Otras fuentes indican que el ataque fue perpetrado por el cártel de los Beltrán Leyva, antiguos y feroces rivales de El Chapo. Durante años libraron una guerra que horrorizó al país. En un principio, Guzmán Loera los había contratado como brazo armado, hasta que en 2008, al caer uno de los suyos, los Beltrán Leyva consideraron que habían sido traicionados. Los golpes y contragolpes, de infinita brutalidad, se sucedieron y supuestamente alcanzaron al propio Chapo, cuando uno de sus hijos, Edgar fue asesinado por un comando de 15 sicarios en un centro comercial de Culiacán, la capital de Sinaloa.
El pulso se mantuvo largo tiempo, pero la caída de sus cabecillas, sobre todo, la muerte a tiros de Arturo Beltrán Leyva, El Jefe de Jefes, en diciembre de 2009, debilitó a la organización. Poco a poco fue perdiendo terreno. En enero pasado fue capturado su último líder, Francisco Javier Hernández García, conocido como El Panchillo o El 2000. En este escenario de declive, el encarcelamiento de El Chapo y su inminente extradición han podido dar nuevos bríos a este cártel. Es un enigma que posiblemente nunca llegue a resolverse. Pero, sea quien sea el autor del ataque, la respuesta de Guzmán Loera aún está por llegar.
El País