En 1985 mi papá fue becado para estudiar su doctorado en París, Francia. Nos mudamos en familia cuando yo tenía dos años, apenas hablaba español y mi primera frase en francés fue “je suis pas d’accord” que se traduce “no estoy de acuerdo”. Recordando, más allá de la afirmatividad infantil de la frase, quiero resaltar la importancia de poder expresarnos abiertamente cuando algo no nos parece.
En octubre del año pasado se hizo viral el hashtag #metoo (yo también), proveniente de un movimiento iniciado en el 2006 para dar apoyo a mujeres víctimas de violencia sexual, principalmente jóvenes afroamericanas que por su condición carecen de atención y acceso a la justicia en Estados Unidos. Aunque ya existía, el movimiento se fortaleció y creció de manera global cuando los diarios The New York Times y The New Yorker dieron voz a numerosas mujeres que acusaron al prominente productor de Hollywood Harvey Weinstein de acoso sexual. Así se desató la tormenta de acusaciones en contra de hombres poderosos que alcanzaron inclusive a Donald Trump y hombres sin nombre que alguna vez ejercieron su poder sobre y en contra de las mujeres con permisividad social por el denominado patriarcado.
Las cifras son alarmantes, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud una de cada tres mujeres en el mundo experimenta violencia física o sexual, este dato incluye niñas y bebés. Previo a la viralización del movimiento, adquirían atención mediática hechos desgarradores de violencia que por su terrible naturaleza demandaban la solidaridad y protesta de los grupos de defensoras y defensores de derechos humanos y gente sensible e indignada, pero muchos otros casos permanecían y continúan permaneciendo invisibles al ojo público. Gracias al estallido del hashtag millones de historias han sido compartidas y derivado de ello se ha visibilizado la cotidianidad de los abusos en contra de mujeres, los más graves y los que han sido normalizados por la sociedad.
Un pequeño paso para erradicar este tipo de prácticas machistas o misóginas es la acción afirmativa de educar para decir NO, no estoy de acuerdo con la manera en que te diriges a mí o haces referencia sobre las mujeres, no estoy de acuerdo con los chistes que denigran a la mujer, no estoy de acuerdo en que se me impida participar en actividades que son “de niños”, no estoy de acuerdo en que tengas contacto físico conmigo, en que me paguen menos por ser mujer, en que mi acceso a la justicia sea limitado porque soy mujer, en que no se me permita expresarme libremente… la lista sigue, pero el mensaje es claro y las voces se han alzado contundentes y contrastan con la apremiante necesidad de educar también a los hombres en la aceptación respetuosa del NO.
Gracias por leerme. Hasta la próxima.