El autor asegura que Según una encuesta realizada por Parametría, el 63 % de la población está dispuesta a votar por un independiente antes que inclinarse por la tradicional oferta partidista. Este escenario supondría que el 2016 sería el año de los candidatos independientes, sin embargo no fue así. ¿Entonces, qué pasó?
Por: José Eduardo Ayala Barragán jeyayo@hotmail.com
José Eduardo Ayala
Hace poco más de un año las elecciones intermedias estrenarían las candidaturas independientes, si bien por sí solas no son la solución a los problemas de la democracia mexicana sin duda constituyen una alternativa para la competitividad y pluralidad del sistema político electoral. La victoria de Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, uno de los seis candidatos independientes que resultaron ganadores en el 2015, abriría la esperanza que por primera vez un independiente pudiera llegar a Los Pinos en el 2018.
Según una encuesta realizada por Parametría, el 63 % de la población está dispuesta a votar por un independiente antes que inclinarse por la tradicional oferta partidista. Este escenario supondría que el 2016 sería el año de los candidatos independientes, sin embargo no fue así.
En contraste con el año anterior, en el cual se postularon 125 independientes y resultaron ganadores 6 de ellos, promediando una efectividad del 4.5%. En las recientes elecciones del 5 junio sólo fueron elegidos 10 candidatos independientes de los 308 que se postularon, teniendo un porcentaje de éxito del 3.24%. De los electos nueve de ellos ocuparon alcaldías y uno, Ismael Figueroa Flores, tendrá un curul en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Cabe mencionar que de las 12 gubernaturas en juego, el candidato independiente que promedió el mayor número de votos fue José Luis “El Chacho” Barraza con un 18.2% de los votos.
A pesar del hartazgo y desprecio de la sociedad mexicana por el derroche y mal “gobierno” de los partidos políticos, la ciudadanía sigue con la incongruencia como bandera. Para muestra las estadísticas antes presentadas, mientras el 63% de la población se dijo inconforme con las formaciones clásicas resulta difícil pensar que las candidaturas independientes hayan perdido fuerza en el último proceso electoral.
Una vez más la maquinaria partidista, sin diferencia entre azules, amarillos, morenos y tricolores, ha triunfado sobre el deseo de generar una agenda ciudanía – termino aún ambiguo para la sociedad mexicana-.
Molesto más no desmotivado con los resultados obtenidos, como ciudadano seguiré insistiendo en combatir la indiferencia y la anomia social que experimenta nuestro país. Lo acontecido en las pasadas elecciones tendrá que servir como lección, los ciudadanos tenemos que dejar de jugar con nuestros ideales, debemos de renunciar a votar por alianzas que en su insaciable búsqueda de poder dejan a un lado los mismos estatutos partidistas que alguna vez les dieron vida como unión política.
Por último quiero remarcar que las candidaturas independientes no son la solución total a la corrupción, la impunidad y al raquítico crecimiento económico que padece nuestro país y que los partidos políticos no son el único de nuestros males. No obstante, el verdadero tema a ocuparse por parte de la sociedad civil es permanecer congruente y organizada con el objetivo último de generar capital social positivo.